JESÚS ES LA VID A LA QUE ESTAMOS UNIDOS

Domingo 3 de mayo
5º de pascua
Juan 15,1-8


Jesús es visto como la vid a la que han de estar unidos los sarmientos para dar fruto, se dice que “a todo sarmiento que no da fruto, lo poda para que dé más fruto”.
Tener buenas intenciones, mejorar nuestra vida, actuar a partir del amor a los demás, preocuparnos por los más pobres… son cosas que a todos se nos pasan alguna vez por la cabeza y decidimos hacerlo. El problema es cuando empiezan las dificultades.
No es raro que cuando decidimos actuar de acuerdo al mensaje de Jesús y eso empieza a ser difícil y exigente, muchos nos justificamos: somos humanos, somos débiles, es demasiado.
Y empezamos a dar marcha atrás. No es para tanto, hay cosas a las que no puedo renunciar…  nos olvidamos que Jesús renunció a su vida, asumiendo la muerte en cruz, para permanecer fiel a su Padre y al mensaje que había anunciado.
Jesús pide a sus discípulos que permanezcan fieles a lo que han aprendido de Él. Solo esa permanencia fiel, hasta las últimas consecuencias hará que nuestra vida produzca frutos que valgan la pena.
Pero, cuando nuestra forma de vivir puede llevarnos a perder la imagen que hemos logrado frente a los demás, pone en cuestión la situación que hemos alcanzado, o pone en peligro, como fue el caso de Jesús, nuestra propia vida… ahí repensamos las cosas y el instinto de supervivencia física, social o económica surge con fuerza inesperada.
Que de vez en cuando le demos una mano a los demás es aceptable. Que estemos dispuestos a dar mi vida por los demás, hasta las últimas consecuencias, eso ya se hace más difícil. Mejor lo dejamos para más adelante y de momento sorteamos el hoy de la manera que menos nos afecte.
Así nos vamos acostumbrando a vivir en la ambigüedad. Nos damos hasta que aparece la señal de peligro. Ahí mejor parar y esperar tiempos que no sean tan exigentes.
Cuando lleguen tiempos menos exigentes, haremos el mismo razonamiento.
La pegunta es: si nos movemos con esos criterios ¿qué frutos da nuestra vida? O si queremos ser un poco más sinceros ¿estamos tomando en serio nuestro ser cristianos?
Su familia, sus amigos, sus discípulos le dijeron muchas veces a Jesús que midiera las consecuencias de sus palabras, de su forma de actuar.
Jesús no les hizo caso. Sabía que el Padre es Amor, Amor sin condiciones y destinado a todos los seres humanos. Por eso no podía ponerse límites. Permaneció fiel al Padre.