YA TIENES CLARO COMO SEGUIR A JESÚS
Domingo 19 de abril
2º domingo de pascua
Juan 20,19-31
A
partir de la experiencia de los apóstoles deberíamos preguntarnos si nuestra fe
como personas y como comunidad eclesial se basa en la experiencia de la
resurrección de Jesús.
¿Miramos
hacia el pasado o hacia el futuro con la confianza puesta en un Dios que no
falla? ¿Procuramos “conservar” lo que creemos tener o caminamos con la
esperanza de quien cree que hasta la muerte ha sido vencida?
No
podremos tocar las llagas de Jesús.
Pero
en nuestro mundo sigue habiendo muchos crucificados por el hambre, la
injusticia, la guerra, la pobreza, la marginación, la emigración… y con
demasiada frecuencia evitamos tocar sus llagas.
Solo
quien mete sus dedos en las llagas de los crucificados de hoy podrá ver al
Resucitado. Lo mismo que pasó hace dos mil años. Jesús no va a aparecer
caminando por nuestras calles. Verlo y creer en Él supone tomarse en serio lo
que dijo un día: “Quien quiera ser mi discípulo, que cargue con su cruz y me
siga”.
BUSQUEMOS LA IMAGEN DE JESÚS ENTRE LOS POBRES
Domingo 12 de abril
Domingo de Resurrección
Preguntó
el imaginero, tenemos santos de pino, hay imágenes de yeso, mire este Cristo
yacente, madera de puro cedro, depende
de quien la encarga, una familia o un templo, o si el único objetivo es ponerla
en un museo.
Déjeme
pues que le explique, lo que de verdad deseo.
Yo
necesito una imagen de Jesús El Galileo, que refleje su fracaso intentando un
mundo nuevo, que conmueva las conciencias y cambie los pensamientos, yo no la
quiero encerrada en iglesias y conventos.
Ni
en casa de una familia para presidir sus rezos, no es para llevarla en andas
cargada por costaleros, yo quiero una imagen viva de un Jesús Hombre sufriendo,
que ilumine a quien la mire el corazón y el cerebro.
Que
den ganas de bajarlo de su cruz y del tormento, y quien contemple esa imagen no
quede mirando un muerto, ni que con ojos de artista sólo contemple un objeto,
ante el que exclame admirado ¡que torturado más bello!.
Perdóneme
si le digo, responde el imaginero que aquí no hallara seguro la imagen del
Nazareno.
Vaya
a buscarla en las calles entre las gentes sin techo en hospicios y hospitales
donde haya gente muriendo en los centros de acogida en que abandonan a viejos,
en el pueblo marginado entre los niños hambrientos, en mujeres maltratadas en
personas sin empleo.
Pero
la imagen de Cristo no la busque en los museos, no la busque en las estatuas, en
los altares y templos.
Ni
siga en las procesiones los pasos del Nazareno, no la busque de madera, de
bronce de piedra o yeso, ¡mejor busque entre los pobres!
su imagen de carne y hueso!
(
el original es de Gabriela Mistral)
JESÚS ENS CONVIDA A PARAR-NOS
Us convidem a buscar formes completament noves de recordar la passió i mort de Jesús.
Com ho va ser per a Jesús, ha de ser una manifestació de proximitat humana al dolor del món, a la marginació social, a l'exclusió dels més extraviats, mitjançant actes que remeien alguna cosa el mal que van les coses.
Serà això possible? Tindríem, almenys, que pensar-ho.
FELIÇ DIVENDRES SANT
Com ho va ser per a Jesús, ha de ser una manifestació de proximitat humana al dolor del món, a la marginació social, a l'exclusió dels més extraviats, mitjançant actes que remeien alguna cosa el mal que van les coses.
Serà això possible? Tindríem, almenys, que pensar-ho.
FELIÇ DIVENDRES SANT
JESÚS, UNA VENTANA A LA ESPERANZA
Domingo 5 de abril
Domingo de Ramos
Mateo 27,11-54
Confinados
en casa, terminando la quinta semana de Cuaresma, se alza el telón de la Semana
Santa, cuyo pórtico es el Domingo de Ramos, con la bendición y la procesión de
las palmas, recordando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Es el único
domingo del año en que se celebra el misterio de la muerte del Señor con la
proclamación del relato de la pasión. Una Semana Santa muy diferente, recogidos
no solo en nuestros domicilios, también en el interior de nuestros corazones,
buscando a Dios entre la niebla. Siguiendo la pasión de tantos cristos rotos y
crucificados en los hospitales, que se nos estremece el alma.
Para
ello, es necesario aprender a mirar, que significa mirar de nuevo, como si las
cosas aparecieran por primera vez, centrarse en lo esencial, lo sencillo y lo
más humano. Requiere abrir la ventana del alma para que nada resulta ajeno, es
un situarse en la cercanía de la humanidad herida desde la sim-patía
(sentimiento). La mirada atenta y misericordiosa se inclina para acercarse al
herido, una mirada que se compromete con su situación y toca sus heridas.
LIBERTAD NO ES LIBERTINAJE. LIBERTAD ES MIRAR A LOS OJOS AL PRÓJIMO A LOS OJOS
Domingo 29 de marzo.
5º de Cuaresma.
Juan 11,3-7.17.20-27.33b-45
Tenemos
miedo. Mucho miedo. Miedo a todo. Miedo a perder cosas, cosas que nos hacen egoístas.
Y preferimos no pensar en la injusticia que sufre el prójimo.
Preferimos
no saber la mentira con que engañan al vecino, no denunciar la opresión que
padece el compañero, cerrar los ojos al hambre del hermano.
Y
es que cuando la muerte se ve solo como “el fin”, la muerte nos aterra. De ahí
que -y no es pura coincidencia- el tirano como el delincuente exploten al
máximo el miedo de los hombres para asegurar el éxito de sus propósitos y
garantizar el silencio y la complicidad de los hombres. Y lo malo del caso es
que todo aquel que, por miedo a la muerte, practica o encubre la injusticia,
desfigura o escamotea la verdad, es ya solo el despojo de una ejecución
anticipada.
Por
eso el cristianismo, al anunciar su mensaje de vida y resurrección, está
ofreciendo a la humanidad la única oportunidad de liberación: la liberación de
todos los miedos, la liberación del gran miedo de la muerte. Morir no es fin,
más que para los opresores y para toda opresión”.
¡De
cuántos miedos necesitamos liberarnos!
Creo
que el mensaje del evangelio de este domingo –la resurrección de Lázaro- es una
invitación a superar todo tipo de miedo, incluido el miedo a la muerte. Solo
entonces alcanzaremos la libertad necesaria para ser nosotros mismos en la vida
de cada día.
Jesús
lo consiguió. No le fue fácil. Llegó a sudar sangre. Pero nos mostró que es
posible un futuro de esperanza y de vida plena. Un futuro que hemos de comenzar
ya aquí en esta vida.
Perdamos
los miedos enfrentados a ellos y busquemos
nuestras posibilidades de libertad.
JESÚS ES LUZ Y COMO TAL ES LIBRE Y ACTUA CON LIBERTAD
Domingo 22 de marzo
4º de Cuaresma
Juan 9,16-9.13-17.34-38
Jesús
fue, sin duda ninguna, un hombre absolutamente libre, un hombre que rompió
todos los esquemas de su tiempo y todos los esquemas de los tiempos que le
sucedieron. Concretamente en el terreno religioso fue un judío que “sin abolir
la Ley, sino dándole su cumplimiento”, dio en su entorno y para la posteridad
una lección clarísima de cómo deben entenderse las relaciones con Dios.
Por
eso a Jesucristo no le importa comer con los oficialmente “pecadores” -porque
eran ellos y no los “buenos” oficiales los que lo buscaban y lo necesitaban
imperiosamente- y no le importaba que una mujer como Magdalena -que había amado
tanto- regara con sus lágrimas de mujer, consciente de sus pequeñeces, los pies
que no habían sido lavados por el anfitrión, y no le importó que aun cuando la
ley mosaica mandaba lapidar a las adúlteras “in fraganti”, aquella adúltera que
estaba delante de Él saliera como nueva sin recibir ni siquiera un reproche de
sus labios.
Por
eso no le importó calificar a los fariseos con los más rotundos epítetos que
encontramos en su léxico y llamar “zorro” a Herodes. No le importó hacer todo
eso porque Jesús era, fue, un hombre absolutamente libre que no conocía más que
una norma: hacer la voluntad de su Padre, un Padre que es fundamentalmente
espíritu.
Los
cristianos damos deberíamos preguntarnos si damos a los que no lo son la
sensación de que somos mujeres y hombres maduros o más bien parecemos niñas y niños
pequeños necesitados siempre de atención y consejo. Si damos la sensación de mujeres
y hombres capaces de autonomía o de ciegos o tullidos que necesitan siempre la
mano de otro para que nos diga por dónde tenemos que andar.
Sería
cuestión de pensarlo seriamente y dar respuesta sincera a la luz de la actuación
de Jesús.
CONVERSAR CON JESÚS ES LLENARSE DE SU AGUA VIVA
Domingo 15 de marzo
3º de Cuaresma
Juan 4,5-15.19b-26.39a.40-42
Conversar
con Jesús no es irse por las ramas ni hacerse el despistado. No es discutir
sobre esta religión o la otra. No es repetir lo que hemos aprendido en la
Biblia.
Conversar
con el Jesús no es ponerse a la defensiva y decirle nuestras excusas: tú ya
sabes, Señor, el trabajo, los hijos, la rutina, la renta, el sueldo que no
llega… ¿cómo puedo tomarte en serio con tantos asuntos en mi mente?
Conversar
con Jesús es identificarse con la samaritana. Es mirar la profundidad de tu
pozo. Es dejar que Jesús te lo llene de agua que quita la sed, de agua viva.
Conversar
con Jesús es dejarle hablar a él, escucharle y permitirle ver tu vida tal cual
es.
Es
abrirte a él para que te redima.
Conversar
con Jesús es reconocer que Él no está ni en la montaña ni en Jerusalén. Él está
en mi sed.
Jesús
no está en el templo sino en el grito de mi espíritu que grita: dame tu agua
viva.
Cuando
hemos probado el agua viva de Jesús, no necesitamos de otras fuentes.
Cuentan
la historia de un buque que navegaba por el sur del océano Atlántico y hacía
señas a otro buque que navegaba por allí: Ayudadnos. No agua, Nos morimos de
sed. Los del otro buque les gritaron: Echen sus cubos donde están. Los del
barco siguieron gritando: Ayuda. No agua. Nos morimos de sed.
La
respuesta era siempre la misma. Desesperados decidieron seguir el consejo y
llenaron sus cubos con agua clara, fresca y dulce de la desembocadura del
Amazonas.
Estaban
rodeados de agua dulce por los cuatro costados, sólo tenían que cogerla, pero
ellos ignorantes pensaban que se encontraban rodeados de aguas saladas.
ESCUCHANDO A LOS DEMAS DESCUBRIMOS A JESÚS
Domingo 8 de marzo
2º de Cuaresma
Mateo 17,1-9
Vemos
a los demás, no por lo que llevan dentro, sino por lo que vemos desde afuera.
Vemos
a los demás, tapados y escondidos detrás del muro de sus cuerpos.
Vemos
los árboles, desde su áspera corteza, y no vemos la savia que corre por dentro.
Vemos
las rejas de la cárcel, y no vemos a los hombres que sufren privación de
libertad allá dentro.
Vemos
las rejas de los conventos de clausura, y no vemos esas almas contemplativas
que han consagrado su vida a Dios y dedican sus vidas a orar por la Iglesia y
el mundo.
Vemos
la enfermedad y vemos muy poco al enfermo.
Vemos
el pan de la mesa, y no vemos el sudor de quien lo ha ganado con su amor y el
esfuerzo de su trabajo.
Vemos
el cuerpo gastado y arrugado del anciano ya cansado, y no vemos al hombre que
vive y siente y ama y tiene necesidad de cariño, allí dentro.
Vemos
a la Iglesia desde sus debilidades humanas, y no vemos al Jesús que vive
resucitado en ella.
Vemos
el pan de la Eucaristía, y vemos muy poco al Jesús que se encierra dentro de
ese pan.
Nos
miramos y nos vemos cada mañana en el espejo. Pero el espejo no nos muestra
nuestra verdad interior. No nos muestra nuestro corazón ni nuestra alma. Es
preciso aprender a mirar y ver no lo que llevamos de cáscara sino lo que vive
dentro, late dentro, ama dentro. Es preciso aprender a mirar al mundo y
descubrir a Dios. Es preciso mirar al hombre y descubrir en él, a un hermano.
Las personas ya no tenemos tiempo para escuchar. Nos resulta difícil acercarnos
en silencio, con calma y sin prejuicios al corazón del otro para escuchar el
mensaje que toda persona nos puede comunicar.
Tampoco
resulta tan extraño que a los cristianos se nos haya olvidado que ser creyente
es vivir escuchando a Jesús. Y sin embargo, solamente desde esa escucha cobra
su verdadero sentido y originalidad la vida cristiana. Más aún. Solo desde la
escucha nace la verdadera fe.
JESÚS NOS INVITA A AMAR A FONDO PERDIDO
Domingo 23 de febrero
7º del tiempo ordinario
Mateo 5,38-48
Jesús
nos llama a «hacer violencia a la violencia». El verdadero enemigo del hombre
hacia el que tenemos que dirigir nuestra agresividad no es el otro, sino
nuestro propio «yo» egoísta, capaz de destruir a quien se nos oponga.
Me
imagino que más que odios dramáticos, lo que puede darse con más facilidad en
nuestra vida es una agresividad inconsciente hacia personas con las que no
congeniamos o de las que creemos que son injustas, interesadas y egoístas con
nosotros, y a las que no terminamos de acoger y con las que no vivimos
íntimamente reconciliados a pesar de nuestrasrelaciones más o menos corteses.
Es
imprescindible amar, acoger y ayudar a los enemigos repulsivos porque es
consigna de Jesús, porque hay que irradiar el amor de Dios a todos los hombres,
porque Jesús amó y perdonó a todos, y ahora también nos perdona y ayuda a todos
incondicionalmente.
Pero
Jesús no lo hizo porque sí, sino por una razón profunda: El amor a los que
parecería que presentan todas las razones para ser odiados es el amor más puro,
el test de autenticidad de todo “otro” amor. Yo me siento profundamente amado
por el amigo que es capaz de amar a sus enemigos, a los seres más degradados.
El
amor es esencialmente gratuito, y el amor a los enemigos repelentes está ungido
con una total y absoluta gratuidad. En este caso, se ama no a aquél al que
debes algo, sino solo y exclusivamente porque sí, por la sencilla razón de que
es una persona, un hijo de Dios. Se ama a fondo perdido, como ama Jesús. Se ama
“divinamente”.
VIVIR LA VIDA TIENE SU PRECIO
Domingo 16 de febrero
6º del tiempo ordinario
Mateo 5,17-37
Jesús
nos señala la necesidad de cumplir todo el espíritu del quinto mandamiento que
implica un amor total al hombre y a la mujer, sea hermano, hermana o extraño,
amigo, amiga o adversario. Tan cierto es que si la oración comunitaria o la
eucaristía constituyen un elemento fundamental de nuestra vida de fe, mucho más
importante es saber reconciliarse con aquel hermano, hermana que está en
litigio con nosotros. Podemos vivir sin matar a un prójimo, o sea quitarle
materialmente la vida… pero no olvidemos que existen otras formas de matar al
prójimo: mata la diferencia, matan las habladurías y calumnias, mata la
mentira, matan las envidias, matan las disputas interminables; en fin quien
mata verdaderamente y totalmente al hombre y a la mujer es el egoísmo
Una
vez más y antes de perder la perspectiva del texto evangélico de hoy, recojamos
su mensaje esencial: Si viviéramos la ley de Dios en su letra y en su espíritu
sin regateos ni cercenamientos, el camino hacia la felicidad estaría totalmente
despejado. Pero esto supone la renuncia a todas las formas de egoísmo y eso
hace que tal camino -como lo recordó Jesús en otra oportunidad- sea duro y
estrecho… duro y estrecho como el camino que nos conduce a la vida desde el
seno materno; porque la vida tiene su precio. El evangelio de este domingo defiende
ese alto precio contra toda tendencia inflacionista.
TAN SENCILLO Y TAN DIFIÍCIL COMO SER SAL Y LUZ
Domingo 9 de febrero
5º del tiempo ordinario
Mateo 5,13-16
Después
de proclamar las bienaventuranzas, Jesús les dice a sus seguidores que deben
ser “sal y luz”…
Basta
poca sal para que la comida tenga sabor; el exceso de sal es perjudicial, lo
importante no es comer sal, sino comida con sabor… ¿Qué nos dice esto? Pues que
no nos abarrotemos de religión (en el sentido común de la palabra) sino de vida
impregnada de sabor evangélico.
Y
la sal se diluye humildemente en el alimento. No busquemos nuestro éxito ni el
triunfo de la Iglesia. Busquemos el crecimiento de la persona y de la sociedad.
Hacemos
muchas teorías de cuál es la luz de Jesús y cunado la veremos y la respuesta
que Él nos da es la misma que le da al profeta: Cuando destierres de ti la
opresión, el gesto amenazador y la maledicencia; cuando partas tu pan con el
hambriento y sacies el estómago del indigente; cuando hospedes al pobre sin
techo y vistas al que ves desnudo…
A
esto se refiere Jesús cuando concluye: “Alumbre así vuestra luz a los hombres,
para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el
cielo”.
La
liberación es el signo de la presencia de Dios que reina entre los hombres; es
manifestación de que su Reino no solo está cerca, sino que está “dentro de
vosotros”.
“Vosotros
sois la luz del mundo…” Vosotros sois el signo de que Dios se ha comprometido
con la historia de los hombres. Vosotros sois el germen de una sociedad sin
fronteras.
¡Quizás
no sea tan complicado vivir las bienaventuranzas!
UN MUNDO DE HERMANOS ES EL REINO QUE JESÚS QUIERE
Domingo 26 de enero
3º del tiempo ordinario
Mateo 4,12-23
Jesús
empieza su predicación haciendo suyas las palabras de Juan: “enmendaos”. Hay
que empezar por una liberación personal lo más profunda que sea posible: hay
que mirarse por dentro, descubrir hasta qué punto somos responsables o
cómplices del sufrimiento de los demás y tomar la determinación de cambiar de
actitud y de comportamiento. Y después creer que el proyecto de humanidad que
Jesús llama “el reino de Dios” es, en verdad, buena noticia y confiar en que
ese proyecto/buena noticia se va a realizar: “cambiad de actitud y tened fe en
esta buena noticia”.
Lo
que Jesús nos quiere comunicar no es un método para alcanzar la perfección
individual. La nueva realidad no es sólo el ser más buenos. La de Jesús es una
empresa colectiva, es un proyecto para organizar la convivencia. Por eso
empieza buscando un grupo de personas que acepten su proclama, que vivan con él
y, después de conocerlo y de experimentar la bondad de aquella noticia, se
conviertan en impulsores de esa empresa colectiva, que es el mundo del amor.
Ellos tendrán que proponer a otros hombres el proyecto de un mundo de hermanos
-éste podría ser otro modo de llamar al reino de Dios-, ellos tendrán que ser
pescadores de hombres: portadores de la buena noticia para ofrecerla a todos
los que tengan hambre y sed de pan, de paz, de igualdad, de justicia, de amor…,
invitándolos a organizar entre todos el mundo de tal modo que todas esas
hambres encuentren hartura. Deberán ser buena noticia para que el mundo pueda
llegar a ser fuente de buenas noticias.
A
nosotros compete hoy esa tarea, pero es posible que un día nos pidan cuentas
por habernos presentado como portadores de la buena noticia (evangelio = buena
noticia) y nos hayamos dedicado a dar malas noticias, pues la peor noticia para
este mundo sería que el reino de Dios es asunto de otro mundo.
DEDIQUÉMONOS A HACER UN MUNDO FESTIVO Y FRATERNO
Domingo 19 de enero
2º del tiempo ordinario
Juan 1,29-34
Ya
sé que no está de moda hablar del “pecado”.
Dice
el Sr. J. Jáuregui: “Pecar es renunciar a ser humanos, dar la espalda a la
verdad, llenar nuestra vida de oscuridad. Pecar es matar la esperanza, apagar
nuestra alegría interior, dar muerte a la vida. Pecar es aislarnos de los
demás, hundirnos en la soledad. Pecar es contaminar la vida, hacer un mundo
injusto e inhumano, destruir la fiesta y la fraternidad.
Por
eso, cuando Juan nos presenta a Jesús como «el que quita el pecado del mundo»,
no está pensando en una acción moralizante, una especie de «saneamiento de
costumbres». Está anunciándonos que Jesús está de nuestro lado frente al mal.
Que Jesús nos ofrece la posibilidad de liberarnos de nuestra tristeza, infelicidad
e injusticia. Que Jesús nos ofrece su amor, su apoyo, su alegría, para
liberarnos del mal”
Me
tomo la libertad de hacer mía la frase del Sr. Jáuregui: el pecado es:
“destruir la fiesta y la fraternidad”.
Estamos
construyendo un mundo donde hay más lugar para el sufrimiento que para la
fiesta, donde hay más espacio y medios para el enfrentamiento que para la
fraternidad.
Ese
es el pecado del mundo que Jesús vino a quitar… que nosotros debemos erradicar
de nuestra sociedad.
Tu
pasado déjalo en manos de la misericordia de Jesús, tu futuro confíalo a la
bondad de Jesús, tu presente dedícalo a hacer un mundo más festivo y fraterno
en el que todos puedan participar.
¡Sé
feliz y procura que todos sean felices!
JESÚS SE JUNTA CON LA GENTE QUE NOSOTROS DESPRECIAMOS
Domingo 12 de enero
Bautismo de jesús
Mateo 3,13-17
Con
frecuencia, se han preguntado los creyentes por qué se hizo bautizar Jesús. Su
gesto resulta sorprendente. Juan el Bautista predica “un bautismo de
arrepentimiento para el perdón de nuestras faltas”. ¿Cómo pudo, entonces,
Jesús, el hombre justo y sin pecado, realizar un gesto que lo podía confundir
con el resto de los pecadores?
Comparte
la misma mesa con pecadores públicos, a los que nunca un judío piadoso se
hubiera acercado. Ofrece su amistad a los sectores más despreciados por las
clases “selectas” de Israel. Llegan a llamarle con desprecio “amigo de
pecadores”.
Y
están en lo cierto. Jesús se acerca a los pecadores como amigo. No como
moralista que busca el grado exacto de culpabilidad. Ni como juez que dicta
sentencia condenatoria. Sino como hermano que ayuda a aquellos hombres a
escuchar el perdón de Dios, encontrarse de nuevo con lo mejor de sí mismos y
rehacer su vida.
El
bautismo no es un gesto extraño en Jesús. Es el gesto de un hombre que, al
escuchar la llamada del Bautista, desea encontrarse cerca de los pecadores y
solidarizarse con aquel movimiento de renovación que Juan pide al pueblo.
La
denuncia firme de la falta de solidaridad, amistad, comprensión con los que
creemos que no hacen lo correcto no está reñida con la cercanía al hombre y
mujer caídos.
Cuántas
veces esas personas que tan fácilmente condenamos, están necesitando más que
nuestras críticas ligeras, una comprensión y una ayuda que les dé fuerza para
renovar su vida.
JESÚS SIEMPRE TIENE LAS PUERTAS ABIERTAS
Lunes 6 de enero
Adoración de los Reyes Magos
Mateo 2,1-12
Los
magos vieron rápidamente a Jesús porque la cueva donde nació no tenía puertas.
A
Dios le repugnan las puertas. Las quiere siempre abiertas para que todo el que
quiera verlo y hablarle y adorarle no necesite ni llamar, ni tocar el timbre,
ni pedir visita previa con hora fija.
Dios
está abierto siempre y a todos. No hace distinciones. El Niño no se fijó si el
uno era negro y el otro blanco y el otro amarillo. Ni se asustó viendo lo
grandes que era los camellos. Sencillamente les recibió con una sonrisa.
El
Dios de la Epifanía no es el Dios de las puertas cerradas.
Tampoco
a Jesús hay que pedirle visita previamente.
Es
el Jesús de las puertas abiertas a todos.
Es
el Jesús que siempre está disponible a recibirnos.
Es
el Jesús que nunca está ocupado para atendernos.
Es
el Jesús que siempre está disponible para todos nosotros, llevemos oro,
incienso y mirra, o simplemente llevemos la cesta de la compra.
¿Por
qué nosotros no empeñaremos tanto en encerrar a Jesús?
Solemos
decir: “Que todo el año debiera ser Navidad”. Y estoy de acuerdo. Pero yo
añadiría: “Todos los días debiera ser Epifanía”, Jesús con las puertas abiertas
dispuesto a recibirnos a todos y a aceptarnos y charlar con todos. Jesús que
cada día nos dice: “Pasad, la puerta está siempre abierta”.
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