MARÍA CONTÍNUA ARREPLEGANT-NOS AL PEU DE LA CREU

COMENCEN LES FESTES PATRONALS EN LA NOSTRA PARRÒQUIA EN HONOR DE LA NOSTRA PATRONA LA VERGE AL PEU DE LA CREU

ACÍ VA COMENÇAR TOT

Conta la història, que l'ermità, natural de Puçol, Pedro Jerónimo Muñoz, veia caure, des de la seua residència en l'ermita de Sant Julià, cinc estreles en les proximitats Del Puig. Temps després, este va traslladar la seua residència a Puçol, en una ermita que el beat Nicolás Factor li va oferir, situada als peus del Muntanya Pica-jo. Des d'allí, va continuar observant com les estreles queien sobre la xicoteta muntanya del Cabeçol, en les proximitats del municipi Del Puig. Inquiet, es va entrevistar amb l'anteriorment nomenat Nicolás Factor, qui li va suggerir que cavara en aquell lloc. Per a això, el venerable Pedro Muñoz, va consultar el cas amb l'Arquebisbe de València, Juan de Ribera, qui per llavors era, a més, Senyor de la nostra vila. Este el va autoritzar iniciar l'excavació. Eixe mateix dia va iniciar les tasques, que va abandonar a poqueta nit, moment que va ser aprofitat per dos jornalers de l'Alqueria de l'Inquisidor para, amb ànim de robatori, continuar cavant. Estos, van trobar un retaule amb la imatge de la Mare de Déu que sostenia a Crist mort en la seua falda. Era el 6 de Setembre de 1570. Quan l'endemà va tornar l'ermità per a continuar amb la seua excavació, quina va ser la seua sorpresa quan va trobar el terreny saquejat. Vaig-se a València, amb la intenció d'informar a Juan de Ribera. Estos dos van tornar a Puçol, amb tal fortuna que van donar amb els jornalers autors del furt, als que van instar a tornar-los la imatge. Segons conta la tradició, la imatge trobada va quedar en possessió de la família de Pedro Muñoz, fins que, transcorregut un temps, es va produir un incendi a casa del mateix, incendi de què la imatge es va salvar. Com a conseqüència, va ser traslladada a la primitiva església, on es va col·locar en el nínxol-fornícula sobre la porta de la Sagristia. Les primeres celebracions en honor a la Verge daten de l'any 1600 aproximadament.

JESÚS NOS HACE LIBRES PARA ELEGIR.


Domingo 26 de agosto.
21º del tiempo ordinario.
Juan 6,60-69


Jesús no es un turista, se hizo ciudadano, para quedarse con nosotros.
Jesús no es un mirón, vino a trabajar y transformar el campo, a sembrar la semilla de un mundo mejor. Desde entonces huele más a Dios.
Un autor anónimo escribió estos versos:
Me llamas Señor y no me obedeces,
Me llamas Luz y no me ves,
Me llamas Camino y no lo andas,
Me llamas Vida y no me deseas,
Me llamas Sabio y no me sigues,
Me llamas Justo y no me amas,
Me llamas Rico y no me pides,
Me llamas Bondad y no confías en mí,
Me llamas Noble y no me sirves,
Me llamas Poderoso y no me honras,
Me llamas Justo y no me temes,
Si te condeno, no me eches la culpa.
Hay muchas razones para abandonar a Jesús, tal vez, la principal sea que no queremos dejar a Dios trabajar en el campo de nuestra vida. Queremos ser protagonistas y le dejamos a un lado.
Jesús nos pide serle fieles como él nos es siempre fiel.

EN PRENDRE EL PA, ENS LA JUGUEM PELS DEMES

L'ETERNITAT ÉS LA DEDICACIÓ DIÀRIA ALS DEMES

¿SEREMOS CAPACES DE ALIMENTARNOS DE ESTE PAN?


Domingo 19 de agosto.
20º del tiempo ordinario.
Juan 6,51-58

En las sociedades modernas se habla mucho de «calidad de vida».
Desgraciadamente, solo se trata de la calidad de algunos productos. Se diría que la vida mejora cuando mejora el modelo de nuestro coche, la capacidad de nuestro ordenador o la casa donde vivimos. Sin embargo, se puede tener toda la «calidad de vida» que ofrece la sociedad moderna y no saber vivir.
No es extraño ver a personas cuyo único objetivo es llenar el vacío de sus vidas llenándolo de placer, excitación, dinero, ambición y poder. No pocos se dedican a llenar su vida de cosas, pero las cosas siempre son algo muerto, no pueden alimentar nuestro deseo de vivir. No es casual que siga creciendo el número de personas que no conocen la alegría de vivir.
La experiencia cristiana consiste fundamentalmente en alimentar nuestra vida en Jesús, descubriendo la fuerza que encierra para transformarnos poco a poco a lo largo de los días. Jesús infunde siempre un deseo inmenso de vivir y hacer vivir. Un deseo de vivir con más verdad y más amor.
Hay una «calidad de vida» que muchos desconocen y que sólo la disfrutan quienes saben vivir con la sencillez y sobriedad de Jesús, con su mirada atenta al sufrimiento humano, con su deseo de vida digna para todos, con su confianza grande en Dios.
Jesús puede infundir de nuevo en nosotros un deseo inmenso de vivir. Un deseo nuevo de verdad, belleza, plenitud. Él puede ayudarnos a descubrir de manera nueva la vida, el amor, las relaciones humanas, la esperanza.

TOTS ESTEM CONVIDATS

JESÚS, UNO MÁS DE NOSOTROS.

Domingo 12 de agosto
19º del tiempo ordinario
Juan 6,41-51

Un agricultor de los tiempos de mis abuelos para ahorrar dinero decidió alimentar a su mula con cebada mezclada con serrín.
El primer mes mezcló la cebada con una parte de serrín. El segundo mes le dio la mitad de cebada y la mitad de serrín. El tercer mes tres cuartas partes eran serrín y una cebada. Y el cuarto mes todo era serrín. Pocos día más tarde la mula moría.
El agricultor comentó: Esa mula se ha matado a sí misma.
Cambiar el menú tiene también sus riesgos.
Los judíos de nuestro evangelio murmuraban porque Jesús les había cambiado el menú. Jesús, el hombre de Nazaret, el hijo de José y de María, uno más del pueblo, se les presenta como “el pan bajado del cielo”. Si se les antojaba difícil lo del pan, lo de bajado del cielo les crea más confusión y más irritación. Semejante atrevimiento les cabrea y desconcierta.
Para los judíos de ayer y para los de hoy la Torah, la Ley de Moisés y sus enseñanzas, la Escritura, era y es pan que alimenta, da vida y revela a Dios. No necesitaban que ningún hombre les ofreciera otro pan.
Cierto, el pan de las Escrituras, el pan de la Palabra de Dios sigue siendo muy importante para nosotros. Alimentarse de la Palabra de Dios es vital para el cristiano.
Jesús, en el evangelio de hoy, nos dice a nosotros, sus discípulos: ”Yo soy el pan que ha bajado del cielo, el que come de este pan vivirá para siempre”.
Jesús pone una nueva mesa y nos sirve un menú nuevo. Jesús se sirve del pan, alimento material para satisfacer el hambre física, como trampolín para zambullirnos en el agua del espíritu y hablarnos del hambre espiritual que solo se sacia con el pan de vida, que es el mismo Jesús en el sacramento de la Eucaristía.
Cuatro millones mueren de hambre física cada año en nuestro mundo. ¿Cuántos sufren hambre espiritual?
En este mundo nuestro, multiplicador del pan y la obesidad y de la miseria y la desnutrición, adorador del progreso y de la técnica, explorador del universo…los hombres embriagados en sus conquistas no solo han olvidado a Dios sino también a los necesitados.
Muchos católicos, incluidos los practicantes, han dejado de alimentarse del pan de la Palabra y del pan de vida. Como en la historia del agricultor y de la mula para ahorrar tiempo y dedicarse a tareas más excitantes se dan de baja de la Iglesia y muchos de los que aún asisten para mayor seguridad y tranquilidad de sus almas jamás prueban el menú de Jesús. Esa mula se ha matado a sí misma. Esos cristianos se mueren de hambre. Tomad y comed, tomad y bebed parece dicho solo para los beatos y santurrones. Es una invitación dirigida a todos, especialmente los débiles, anémicos y pecadores.

(cuento de Antena Misionera)

JESÚS ENS REGALA AMOR

CERQUEM INSISTENTMENT PA I NO VEIEM EL QUE ESTÀ EN LA NOSTRA TAULA

EL PA QUE ENS DÓNA JESÚS ENS DÓNA LA VIDA, VISQUEM L'AMB AMOR ALS ALTRES

LAS MUJERES Y LOS HOMBRES NECESITAMOS EL AMOR DE JESÚS


Domingo 4 de agosto
18º del tiempo ordinario
Juan 6,24-35

Jesús no viene a resolver ningún problema particular; él ofrece una respuesta global a la vida del hombre y se da como alimento para que esa vida crezca y se fortalezca y los hombres puedan saciar todas sus aspiraciones: acabar con el hambre, por supuesto, pero también satisfacer el deseo de amar y sentirse amado; ver cumplida la urgencia por la justicia, y también la necesidad de ternura, sentirse en armoniosa y fraterna relación con sus semejantes, y también, como hijos, con el Padre Dios.
El trabajo que Jesús nos pide a sus seguidores es que nos tomemos en serio todo esto; que nos pongamos de su parte, que aceptemos plenamente su proyecto de hacer de este mundo un mundo de hermanos, que dejemos que el Padre nos selle con su Espíritu y nos dé con él la fuerza que nos permita ser capaces de hacer de nuestra vida un don continuo en favor de la vida del mundo, de tal modo que, sin rendirnos jamás en la lucha por la justicia, sin olvidar que la primera que hay que satisfacer es el hambre de alimento, nunca perdamos de vista que las hambres del hombre no se sacian sólo con pan y ni siquiera con sólo justicia: el hombre necesita amor, todo el amor, hasta el amor de Dios. Cuando en nuestro mundo domine solo el amor se habrá revelado el pleno sentido de las palabras de Jesús: “Yo soy el pan de vida. Quien se acerca a mí nunca pasará hambre y quien me presta atención nunca pasará sed.”