RES ÉS EL QUE SEMBLA

EL PAN DE LA SOLIDARIDAD

Domingo 26 de julio
17 del tiempo ordinario
Juan 6,1-15

Un día se me acercó un mendigo y me dijo, “Quiero pan”.
“Eres muy listo y has encontrado la mejor panadería de la ciudad”, le dije.
Saqué un libro de recetas de la estantería y comencé a decirle todo lo que sabía sobre el pan.
Le hablé de la harina de trigo y de cebada. Mis conocimientos me impresionaron incluso a mí a medida que le recitaba las medidas y la receta del pan. Le miré y me sonreía.
“Solo quiero pan”, dijo una vez más.
“Eres muy listo”. Aplaudo tu elección. “Sígueme y te enseñaré mi panadería. Le llevé por las salas donde se prepara la masa y los hornos donde se cuece el pan.
“Ninguna panadería tiene dependencias como éstas. Tenemos pan para todas las necesidades. Pero te voy a enseñar lo mejor, “la sala de nuestra inspiración”.
Entramos en el salón de actos, subí al ambón y le dije “Gentes de todo el contorno vienen a escucharme. Una vez a la semana reúno a mis trabajadores y les leo la receta del libro de la vida”.
Le pregunté al mendigo sentado en la primera fila si quería hacerme alguna pregunta.
“No”, dijo, “solo quiero un trozo de pan”.
“Eres muy listo”, le dije y lo conduje a la puerta de entrada.
“Mira, en esta calle hay muchas panaderías, pero ninguna de ellas hace bien el pan, por más que lo llamen pan, porque ninguna sigue la receta del libro”.
El mendigo dio media vuelta y se marchó. “¿No quieres un trozo de pan?”, le grité.
Se detuvo, me miró, se encogió de hombros y me dijo, “Creo que he perdido el apetito”.

Es bueno leer el evangelio de este domingo (la multiplicación de los panes y los peces) y darnos cuenta de que nos sobran palabras y nos faltan hechos: acciones concretas de solidaridad, escucha y cercanía real. Sin ellas, nuestro mensaje no tendrá credibilidad.

EL MEU PAPÀ EM MENTEIX

LAS PALABRAS DE AMOR SON PALABRAS DE SENCILLEZ

Domingo 19 de julio
16 del tiempo ordinario
Marcos 6,30-34

Creo que no estaría de más volver unos años atrás en el tiempo y recuperar algunos textos de la Exhortación Apostólica sobre “La evangelización en el mundo contemporáneo”, publicada por el Papa Pablo VI en 1975.
El documento empieza con estas palabras: “El esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo, exaltados por la esperanza, pero a la vez perturbados con frecuencia por el temor y la angustia, es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad”.
Y en el nº 76 afirma: “El mundo, que a pesar de los innumerables signos de rechazo de Dios lo busca sin embargo por caminos insospechados y siente dolorosamente su necesidad, el mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible. El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para los pequeños y los pobres, obediencia y humildad, desapego de sí mismos y renuncia. Sin esta marca de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de este tiempo. Corre el riesgo de hacerse vana e infecunda”.

Eso es lo que Jesús quería hacer llevándose a los doce a un lugar apartado. Eso es lo que da garantía a la labor evangelizadora y misionera a la que todos los cristianos estamos llamados. De otra manera estamos llamados al fracaso.

LA MENDIGA Y LAS BOLSAS

UNA ÓPERA INCOMPLETA

Domingo 12 de julio
15º del tiempo ordinario
Marcos 6,7-13
Giacomo Puccini compuso varias óperas famosas. En 1922 cuando está escribiendo Turandot, se le declaró un cáncer mortal.
Puccini dijo a sus discípulos: "Si yo no termino esta ópera, quiero que ustedes, mis discípulos, la terminen por mí". Poco después moría.
Sus discípulos pusieron manos a la obra y en 1926 se estrenaba en Milán.
Todo funcionó a la perfección y cuando se llegó al punto donde el maestro había terminado, el director se paró, se dirigió al público y llorando dijo: "Hasta aquí el trabajo del maestro".
Un gran silencio embargó el teatro. El director cogió la batuta y entre lágrimas y sonrisas exclamó: "Y aquí comienza el trabajo de sus discípulos".
Jesús comenzó la obra de Dios anunciando el Reino de Dios. Fue el gran predicador enviado por Dios. Pero su obra, hermanos, aún está por completar. Jesús quiere que nosotros, sus discípulos, completemos la obra que Él comenzó.
Marcos nos dice cómo han de ser esos discípulos, cómo se han de comportar y cómo han de vivir para ser continuadores de su obra.

NO ET FIES DE LES APARENCES

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA


Domingo 5 de julio
14 del tiempo ordinario
Marcos 6,1-16


Jesús vuelve a su pueblo para anunciar un mensaje de liberación. Todos reconocen que habla con sabiduría. ¿Pero cómo Dios va a hablar a través de una persona que conocemos tan bien? Desconfiaban porque lo conocían. En realidad lo conocían como el carpintero, el hijo de María.
Anunciar un mensaje de liberación implica decirnos qué cosas nos están esclavizando y nos impiden ser libres. Supone una crítica.
Si viene alguien desconocido y critica algunas cosas de nuestra forma de ser y actuar, quizás lo escuchemos. Desde afuera puede haber visto cosas de las que nosotros no nos damos cuenta.
Pero si nos critica alguien a quien
creemos conocer bien y desde hace años… las cosas cambian. Nos cuesta aceptar lo que nos diga, aunque sean verdades evidentes, y casi siempre podemos sacar “algún trapo sucio” del que nos habla y eso basta para descalificar su crítica y rechazar su mensaje de liberación.
Si nosotros lo conocemos, él también nos conoce y, por ello, será quien pueda decirnos las verdades que nunca queremos oír, que nos molestan, porque pondrían en cuestión nuestra situación de poder.
Por eso dice Jesús “Nadie es profeta en su tierra”.