LES GUERRES PORTEN GUERRES, SI A LA TOLERÀNCIA

SEGUEIX ELS PASSOS DE L'ADVENT, ES LLIURE Y POSAT EN MARXA

Un rabi va preguntar als seus estudiants: sap algun de vosaltres quan acaba la nit i comença el dia?
Un estudiant va respondre: “Quan veus un animal en la distància i saps si és una ovella o una cabra”.
Un altre va dir: “Quan veus un arbre en la distància i saps si es tracta d'un cirerer o una mata de plàtan”.
Cadascun dels estudiants anava donant enginyoses respostes fins que el rabi els va dir: “Deixeu-me que us done jo la meua resposta. La nit acaba i el dia comença quan mires a la cara de qualsevol ésser humà i veus la cara del teu germà o germana. Si no pots fer açò, no importa l'hora del dia, encara vius en la nit”.
Advent és temps de distingir a Jesucrist, Príncep de la llum, rostre del germà, entre els altres prínceps d'aquest mercat ambulant humà.
Tots hem vist, alguna vegada, un d'aqueixos pintors que fan retrats ràpids de les persones en el carrer. Un dia va posar un borratxo brut, sense afaitar i amb robes malolents. Malgrat el seu aspecte desastrós va fingir gran dignitat. El pintor li va dedicar més temps del normal i quan va acabar li va presentar a l'home el seu retrat.
Aquest no sóc jo” va dir, sorprés, el borratxo quan es va veure ben vestit i somrient en el retrat. I el pintor li va contestar: “Però aquest és l'home que vostè encara pot arribar a ser”.
La Paraula de Déu en començar l'advent et diu: tu pots canviar, tu pots arribar a ser un altre.

LEVÁNTATE, ESTATE PREPARADO Y DISPUESTO

Domingo 29 de noviembre
Primer domingo de adviento
Lucas 21,25-28.34-36

Cuentan que en una tertulia en que intervenía Ortega y Gasset saltó el tema de lo que habían cambiado los contertulios en la última etapa de su vida. Cada uno ponía de relieve los cambios más significativos. Uno de los contertulios comentó: “Yo llevo prácticamente treinta años sin cambiar nada. Le he cogido el tranquilo a la vida, y ahí sigo”. “¿Cuántos años has cumplido?”, le pregunta Ortega y Gasset. “Tengo 64″. “No, le replica, tú no tienes 64 años, tú tienes 64 veces el mismo año”.
Con frecuencia nuestra vida se parece a un carrusel o un tiovivo: damos siempre vueltas en torno al mismo eje. Aparentemente avanzamos. En realidad estamos siempre en el mismo sitio.
Quien elige el carrusel como forma de existencia es un “muerto en vida”, o un permanente infante.
A la velocidad que se mueven las cosas en nuestro mundo, la vida es más parecida a un viaje en avión.
Pero imagínate que uno cree que ya ha logrado todo como persona y como cristiano. Podrá querer seguir creciendo aumentando sus bienes materiales. Pero sus convicciones como persona, su forma de afrontar la vida, de vivir la fe lo considera algo ya alcanzado.
Ha llegado el momento de no plantearse cosas nuevas que puedan complicar una forma ya “estable” de vivir.
¿Qué haría? Pisar el freno del avión. ¡Hasta aquí he llegado! Si eso fuera posible el avión caería en picado a tierra y su vida terminaría hecha pedacitos.
Es evidente. Pero muchas veces actuamos así. Y así nos va.
Por fortuna estamos en pleno vuelo. Y el comienzo del adviento es una invitación a revisar si el rumbo y la velocidad a los que vivimos son los correctos para llegar a un aterrizaje feliz o si debemos hacer algunos cambios.

Cada día una nueva pregunta, cada año un nuevo planteamiento. Mira hacia atrás y piensa: ¿Por qué hice todo eso? Mira adelante y grita: ¡Cuánto me queda por hacer!

SERVIR ALS ALTRES, UNA SATISFACCIÓ

ORAR CON EL CORAZON

JESÚS, REY DE LA VERDAD

Domingo 22 de diciembre
Jesucristo, Rey del universo
Juan 18,33b-37

El reino de Jesús nada tiene que ver con los reinos de este mundo basados en el poder y la fuerza. Su reino se expresa en la debilidad y en la entrega del amor y el servicio.
¿Qué significa “vivir en la verdad”?
Al menos cuatro cosas que podrían ampliarse:
“Decir la verdad”. Es lo más elemental. No mentir. Que mis palabras coincidan con lo que honestamente creo. No traicionarme a mí mismo para sacar ventaja de los demás mintiendo, aunque pueda estar equivocado. Pero la cosa no termina ahí.
“Ser verdad”. Damos un paso más allá de las palabras. Ser verdad es ser coherente conmigo mismo. No jugar en la vida con dos barajas y utilizar en cada momento la que más convenga a mis intereses.
 “Hacer la verdad”. Supone otro paso más. Hacer la verdad se puede identificar con practicar la justicia. Estar dispuesto a pagar el precio de ser fiel a la verdad. Hacer lo que sinceramente creo que tengo que hacer en cada momento, cueste lo que cueste… aunque pierda “amistades”, prestigio social, posición económica… en el caso de Jesús le llevó a perder la vida.
“Callar la verdad”. Es algo que pocas veces se nos dice a los cristianos, pero creemos en un Dios que sale como garante de la buena fama de las personas y si yo conozco errores, pecados, metidas de pata de alguien, aunque sean ciertas, no tengo derecho a decirlas, a quitarle la fama (di-famarlo), salvo que el callarme perjudique de forma grave a terceras personas. Revisemos la actitud de Jesús frente a personas pecadoras (ver Juan 8, 1-11).

Dar testimonio de la verdad supone hacer más evangélicas las bases de nuestra economía, de nuestra sociedad y de nuestra religión.

LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS QUEREMOS LA PAZ

ELS XIQUETS, INDEFENSOS DAVANT LA GERRA

JESÚS NOS INVITA A QUE ROMPAMOS MUROS PARA VER EL MUNDO


Domingo 15 de noviembre
33 del tiempo ordinario
Marcos 13,24-32

Tenemos demasiados muros que nos impiden ver a los demás. Incluso ponemos muros que dieran la impresión de ser transparentes, pero que no dejan ver ni a aquellos que están a nuestro lado.

El muro de “yo soy así”, y que nos impide ver y aceptar a los demás como ellos son.
El muro de “yo pienso que las cosas tienen que ser así”, y nos impide respetar el modo cómo las ven los demás. Como si fuésemos los únicos que tenemos ojos para ver, y gusto para discernir.
El muro de “a mí no me cambia nadie”, y que nos impide ver la luz de la verdad que los demás quieren irradiar sobre nosotros. Y no nos sentimos afectados por las señales que cada día Dios nos envía a través de los acontecimientos de la vida.
El muro de “yo soy el jefe, la cabeza”, y no nos deja ver que los demás también piensan, y que los demás también tienen cabeza.
El muro de “las cosas que tengo y he conseguido en la vida” y que nos cierran a la luz que Dios nos envía a través de las necesidades de los demás.
El muro de “mi carácter es así” y nos cierran el paso a la luz que nos invita a ser de otra manera y la llamada que nos llega desde los demás.
El muro de “mis tristezas y preocupaciones“, que nos cierra sobre nosotros mismos y no somos capaces de abrirnos a la alegría de la vida.
El muro de “yo hice tal cosa y ya estoy marcado para siempre”, y nos impide el gozo y la alegría de saber que el pasado ya no existe y que lo existe es el presente y el futuro que está amaneciendo.
En la vida no siempre es cuestión de construir. También a veces es preciso destruir.
Nada hay más bello que despertarse y poder contemplar el sol.
Nada más bello que despertarse cada día y poder ver la luz que irradian aquellos que viven a nuestro lado.
Nada más bello que despertarse cada mañana y sentir la alegría de un nuevo día, un nuevo amanecer, un nuevo mundo.

Puede que la vida se encargue de derrumbar muchos de esos muros que nos impiden ver con claridad.

ELS ALTRES TAMBÉ EXISTEIXEN

JESÚS VALORA AL QUE DA LO QUE TIENE

Domingo 8 de noviembre
32 del tiempo ordinario
Marcos 12,38-44

Cuentan que hace ya años un médico barcelonés hablando sobre la importancia y el valor de los pequeños detalles y de las cosas insignificantes contaba que, en sus primeros años de médico cirujano, un día se encontró con un pobre tendido, revolcándose en el dolor en una calle de Barcelona.
Se acercó y comprobó que padecía un ataque de apendicitis. Llamó a un taxi, se lo llevó al quirófano y lo operó. A los ocho días, al darle el alta, el pobre de solemnidad, que no podía pagar nada porque nada tenía, metió su mano en el bolsillo y, mostrando una peseta, le dijo: «Doctor, le doy todo cuanto tengo». Y se la depositó en la palma de la mano.
El médico cirujano terminaba diciendo: «Nadie me pagó tanto ni tan bien como aquel pobre. Me dio todo lo que tenía. Por eso le puse un marco a aquella peseta, que tanto ha significado en mi vida; y colgué aquel cuadro en un lugar preferente de mi despacho».
Dios, sin embargo, como podemos ver en las lecturas de hoy, tiene otra forma de valorar. No se fija tanto en la cantidad de la limosna sino en la calidad, porque no es lo mismo dar mil euros cuando se tienen doscientos mil y quedan todavía ciento noventa y nueve mil, que dar cien euros cuando sólo se tienen doscientos o nada más que los cien que se dan.
Y en el trabajo de los hombres ocurre otro tanto. Dios valora la intención, el esfuerzo, la alegría con que se hace; y los hombres, sin embargo, lo valoramos por su brillantez.
Ante los ojos de Dios el mismo valor puede tener el trabajo de un simple albañil que el trabajo de un ministro.

Posiblemente como cristianos tendríamos que revisar muchos de los criterios con los que valoramos las acciones de los demás.

ACTE LITURGIC D'INIC DE CURS


 COMENÇA
LA MARXA
2015-2016
Ahir divendres a les 20:00 celebrem un acte litúrgic de renovació del baptisme per part de les xiques i xics dels grups de confirmació al com també van assistir les mares i pares.

Dirigit pel nostre rector Ismael es va desenvolupar un acte senzill però de compromís de les i els  que se confirmen amb aquells actes i paraules amb les quals en el baptisme les seues mares i pares es vancomprometre a ser i estar en l'església i que ahir van repetir tot el grup de xiques i xics que s'estan preparant per a rebre la confirmació.