LEVANTATE DE TU CONFORMISMO Y ANDA
Domingo 28 de junio
13 del tiempo ordinario
Marco 5,11-43
13 del tiempo ordinario
Marco 5,11-43
Tomó a la chiquilla de
la mano y le dijo:
-Thalitha, qum (que significa:
«Muchacha, a ti te digo, levántate»).
Inmediatamente se puso
en pie la muchacha y echó a andar (tenía doce años). Se quedaron viendo
visiones. Les advirtió con insistencia que nadie se enterase y encargó que se
le diera de comer.
Levántate. La vida no
se impone; se ofrece y hay que acogerla y cuidarla -«encargó que se le diera de
comer»- y dejar que madure hasta que sea capaz de entregarse para dar más vida.
Jairo y su hija -y
también la mujer con flujo de sangre- representan la misma realidad: el
conjunto de hombres y mujeres, que son unas veces víctimas y otras cómplices de
un sistema religioso que, en lugar de contribuir a la felicidad del ser humano,
tiene como único objetivo el perpetuarse a sí mismo, y, pervirtiendo su
función, acaba por impedir la relación de la criatura con su Creador, del
viviente con la fuente de la vida, del hombre libre con el Dios liberador, del
hijo con el Padre…
La institución
religiosa y la ley, convertidas en absolutos, en fin en sí mismas, habían
condenado a estas dos mujeres a la infecundidad y la muerte. Tuvieron que
romper con la Ley abandonar la institución para poder encontrarse con Jesús,
para quien el hombre está por encima de toda ley y de toda institución. Y el
encuentro con Jesús les devolvió salud y vida, dignidad y esperanza.
«Y salió de aquel lugar». No se queda a reformar una
institución que se había aliado con la muerte, que ya no tenía arreglo; pero
antes… Jesús insiste: Levántate, muchacha; levántale, pueblo: acepta la vida y
construye tu libertad.
LO NUEVO NOS DA MIEDO
Domingo 21 de junio
12 del tiempo ordinario
Marcos 4,35-40
12 del tiempo ordinario
Marcos 4,35-40
Jesús manda a sus
discípulos cambiar de orilla, ir hacia algo nuevo, salir de las tierras y
las gentes ya conocidas donde tenían un cierto éxito asegurado.
Y enfrentarse con lo
nuevo produce miedo, temor, desconfianza…
Eso le pasa muchas
veces a nuestras instituciones eclesiales, que prefieren mantenerse en lo ya
conocido, en lo seguro. Eso mata de raíz el impulso misionero de la Iglesia.
Para esa actitud Jesús
tendrá una expresión muy dura: es falta de fe. Una oportunidad para evaluar
nuestra fe, que no pasa tanto por las creencias, cuanto por la capacidad
de adentrarse en lo nuevo.
Es normal que
sintieran miedo unos hombres que se vieron en una situación de peligro grave.
No se ve por qué se les tenía que reprochar por eso. Lo que allí pasó se
comprende cuando se cae en la cuenta de que Jesús asocie el miedo a la
falta de fe. Es decir, lo importante aquí está en que, según este relato,
para Jesús, la falta de fe no consiste en el error o en la inmoralidad, sino en
dejarse en llevar por el miedo hasta el extremo de pensar que por más que
estemos embarcados con Jesús, podemos estar metidos en un grave peligro.
El enemigo número uno
de la fe en Jesús no es el error, sino el miedo. Porque el miedo paraliza la
capacidad de pensar. Y más aún la posibilidad de decir lo que se piensa. El
miedo nos condena al silencio estéril. Y además nos pervierte. Porque nos hace
fuertes ante los débiles y débiles ante los fuertes. Cuando se llega a
semejante vileza, ya no es Jesús quien conduce nuestra vida. En tal situación,
nuestra vida es juguete de intereses inconfesables.
APOSTAR POR LO PEQUEÑO
Domingo 14 de junio
11 del tiempo ordinario
Marcos 4,26-34
Dios
trabaja de incógnito en el mundo, pero con eficacia. Dios no deja de vivificar
su mundo, de llevar a cabo la nueva creación.
Nos
sobran prisas, ganas de eficacia, balances pensando sólo en números, métodos de
evangelización inspirados en el marketing… Nos falta confianza en la presencia
de Dios en su mundo, confianza en la fuerza que lleva dentro cada pequeña obra
de Reino…
¿No
te han interrogado alguna vez pequeños gestos que has visto de verdad, de
bondad, de sinceridad, de honradez…? No dijiste nada, pero al verlos, tu
corazón se alegró y se sensibilizó para seguir sembrando bondad… Quizá añadiste.
«Esto no saldrá mañana en los periódicos, pero sí que ha sido noticia para mí».
La fuerza de la verdad crea una corriente irresistible de verdad a pesar de las
innumerables amenazas que debe soportar.
Hay
hoy otra llamada a los creyentes y a los hombres de buena voluntad: nada de lo
que hacemos es pequeño; nada podemos dejar de hacer porque parece pequeño y
porque creamos que no valga para nada. No es verdad que valga para hacer reino
solo lo grandioso…
No.
Estamos llamados, como creyentes, a sembrar de detalles pequeños la vida
ordinaria. Resulta que lo verdaderamente grande es lo realmente pequeño,
insignificante a los ojos de muchos, pero lleno de fuerza interior capaz de
transformar todo poco a poco.
Cuando
recordamos a gente que nos marcó en la vida positivamente, lo que recordamos
son «pequeñas cosas» que se hicieron grandes… Las parábolas del reino nos
desvelan una ley de la naturaleza y de la fe: en lo más pequeño, en lo
cotidiano, en cuanto sucede que no llama la atención, en los más pequeños y
menos valorados por l sociedad, Dios está actuando, escondido.
EL PAN DE LA VIDA
Domingo 5 de junio
Fiesta del Cuerpo y la sangre de Cristo
Marcos 14,12-16.22-26
Fiesta del Cuerpo y la sangre de Cristo
Marcos 14,12-16.22-26
Érase un muchacho que siempre llegaba tarde a casa cuando salía
de la escuela. Los consejos y reprimendas no surtían ningún efecto. Finalmente,
un día, su padre le llamó al orden y le dijo: "la próxima vez que llegues
tarde, cenarás pan y agua. ¿Está claro?" El hijo lo entendió
perfectamente.
Pocos días después el muchacho llegó a casa más tarde que nunca. Sus padres no le dijeron nada. Cuando se sentaron a cenar vio que los platos de sus padres estaban llenos y en el suyo había sólo un trocito de pan y un vaso de agua. Miró al pan y luego al agua. El padre esperó un rato para que el hijo interiorizara el castigo. Luego tomó el plato del hijo y se lo puso delante de él. Cogió su plato y lo puso enfrente de su hijo y se pusieron a cenar.
Años más tarde, ese mismo muchacho al recordar aquel episodio de su vida comentaba: "Toda mi vida he sabido cómo es Dios por lo que hizo mi padre aquella noche".
Hermosa lección en la que el padre se impone el castigo que su hijo merece. Una lección sin palabras. Una lección sobre Dios que el hijo nunca olvidó.
Jesús, como el padre de la historia, cada domingo coge nuestro plato vacío y nos ofrece un plato rebosante de amor y perdón y nos dice: "Tomad y comed, esto es mi cuerpo." Los domingos Jesucristo multiplica el pan para sus hijos e hijas.
Primero escuchamos a Jesús para vernos a nosotros débiles, desobedientes y necesitados de sanación. Nosotros que vivimos en un mundo que ha arrinconado a Dios, tenemos que experimentar su presencia y su amor. Dios satisface nuestra hambre con el pan de vida.
Pocos días después el muchacho llegó a casa más tarde que nunca. Sus padres no le dijeron nada. Cuando se sentaron a cenar vio que los platos de sus padres estaban llenos y en el suyo había sólo un trocito de pan y un vaso de agua. Miró al pan y luego al agua. El padre esperó un rato para que el hijo interiorizara el castigo. Luego tomó el plato del hijo y se lo puso delante de él. Cogió su plato y lo puso enfrente de su hijo y se pusieron a cenar.
Años más tarde, ese mismo muchacho al recordar aquel episodio de su vida comentaba: "Toda mi vida he sabido cómo es Dios por lo que hizo mi padre aquella noche".
Hermosa lección en la que el padre se impone el castigo que su hijo merece. Una lección sin palabras. Una lección sobre Dios que el hijo nunca olvidó.
Jesús, como el padre de la historia, cada domingo coge nuestro plato vacío y nos ofrece un plato rebosante de amor y perdón y nos dice: "Tomad y comed, esto es mi cuerpo." Los domingos Jesucristo multiplica el pan para sus hijos e hijas.
Primero escuchamos a Jesús para vernos a nosotros débiles, desobedientes y necesitados de sanación. Nosotros que vivimos en un mundo que ha arrinconado a Dios, tenemos que experimentar su presencia y su amor. Dios satisface nuestra hambre con el pan de vida.
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