PERMANECED EN MI AMOR

Domingo 10 de mayo
6º de pascua
Juan 15,9-17


La alegría de Jesús no consiste en disfrutar egoístamente de la vida. Es la alegría de quien da vida, de quien ayuda a crecer, de quien sabe crear las condiciones necesarias para que crezca y se desarrolle una vida más humana.
He aquí una de las enseñanzas claves del Evangelio. Solo es feliz quien hace un mundo más feliz. Solo conoce la alegría quien sabe regalarla a los demás. Solo vive quien hace vivir a otros…
San Juan de forma explícita parece que quiere indicarnos con claridad dos caminos para vivir en esta alegría de Jesús: “Como el Padre me amó así os he amado yo.  Manteneos en ese amor”… El amor y la amistad con el Señor, es la forma de compartir la alegría de Jesús. Es aquello que nos dice Santiago: “Dios puede ser tu amigo. Hazte digno de Él”.
Y la otra fuente inagotable de alegría: “Amaos unos a otros”…
¿Crece nuestro amor a los demás? Porque el amor o crece o decrece, el amor es una realidad que no puede permanecer estancada…
Sería bueno que nos preguntásemos si crecemos en el amor a los que tengo a mi lado: mi marido, mi mujer, mis hijos, mis padres, mis amigos… ¿Crece mi amor hacia ellos o se ha estancado en la rutina, la monotonía, la costumbre?
Hacer crecer el amor es una eterna fuente de alegría, por eso el único mandamiento de la vida cristiana es el Amor, por eso nuestra religión debiera ser la religión de la alegría, del júbilo, de la esperanza…
Es triste comprobar que muchos matrimonios que un día se quisieron de veras, conviertan su relación en un mero soportarse. Nunca se besan tiernamente, ya no hay regalos el día del santo o cumpleaños, ya desparecieron aquellas palabras tiernas y amorosas entre ambos. Ella, que era la más maravillosa del mundo, ahora es la más pesada e inaguantable. Y él, antes el “hombre más interesante” es ahora, un egoistón.
Y cuando se escuchan ciertas disputas entre padres e hijos, uno no puede por menos de entristecerse, porque con relativa facilidad aparecen frases despectivas, descalificaciones, que no hacen sino mostrar la distancia que hay entre ellos.
Las relaciones entre familiares, con los amigos… ¿Crecen o decrecen?
Un mundo cargado de pesimismo, de desesperanza, de frustraciones, no será quizá, la mejor muestra para indicarnos que el tan “cacareado amor” de nuestros días, es una realidad que está en declive y por ello cada vez, hay más tristeza, más muerte, más odios, más guerras.

Crecer en el amor es la mejor receta para crecer en alegría. Crecer en amor, debiera de ser las consigna y la tarea de todo cristiano.