Domingo 16 de abril
La resurrección de Jesús
Juan 20,1-9
Si queremos encontrar a Cristo resucitado, lleno de vida y fuerza creadora, no hemos de buscarlo en una
religión muerta, reducida al cumplimiento externo de preceptos y ritos
rutinarios, en una fe apagada que se sostiene en tópicos y fórmulas gastadas,
vacías de amor vivo a Jesús.
Entonces,
¿dónde lo podemos encontrar? Las mujeres reciben este encargo: «Id enseguida a
decir a los discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va delante de
vosotros a Galilea. Allí lo veréis”». ¿Por qué hay que volver a Galilea para
ver al Resucitado? ¿Qué sentido profundo se encierra
en esta invitación? ¿Qué se nos está diciendo a los
cristianos de hoy?
En
Galilea se escuchó, por vez primera y en toda su pureza, la Buena Noticia de
Dios y el proyecto humanizador del Padre. Si no volvemos a escucharlos hoy con
corazón sencillo y abierto, nos alimentaremos de doctrinas venerables, pero no
conoceremos la alegría del Evangelio de Jesús, capaz de «resucitar» nuestra fe.
Además,
a orillas del lago de Galilea se fue gestando la primera comunidad de Jesús.
Sus seguidores viven junto a él una experiencia única. Su presencia lo llena
todo. Él es el centro. Con él aprenden a vivir acogiendo, perdonando, curando
la vida y despertando la confianza en el amor insondable de Dios. Si no ponemos cuanto antes a Jesús
en el centro de nuestras comunidades, nunca experimentaremos su presencia en medio de nosotros.