JESÚS CRUCIFICADO: DENUNCIA SÍ, VNEGANZA NO

Viernes 25 de marzo
Viernes Santo
Juan 18,1-19,42

Aquel día –el Gran Día, la Hora de cada hombre- aparentemente los hombres juzgaron a Jesús y lo hallaron culpable. Sin embargo, y éste es uno de los sentidos del relato de Juan, por paradoja divina, el reo se constituyó en juez del mundo de la iniquidad, cuya culpabilidad fue descubierta.
            Uno a uno desfilan ante Jesús los distintos tipos de hombres que componen nuestra sociedad, y cada uno tuvo que enfrentarse con su conciencia, representada por Jesús-La-Verdad, y en ese enfrentamiento cada mostró ser quien realmente era.
            Primero Pedro y los Apóstoles, aparentemente fieles seguidores de Jesús, y que delatan su cobardía, sus dobles intenciones, su afán de poder.
            Judas, la traición al hombre.
            Anás y Caifás, los guardianes del orden religioso, que abusan de su situación de hombres sagrados para dominar a los hombres, amparados por su prestigio y por el apoyo del poder político.
            Pilato, el poder civil, el juez de los sediciosos, pusilánime, sin convicciones, especulador, asesino legal.
            Los guardias, expresión de la brutalidad humana descontrolada, al servicio de una causa que no conocen, pero a la que igualmente sirven.
            El pueblo, llevado por sus sentimientos, engañado por sus líderes, usado para fines inconfesables bajo la cortina de humo de patriotismo y la defensa de los valores religiosos.
            En fin, María, las mujeres y Juan, los que no hablan, los que sufren en silencio, los que unen sus sufrimientos al de Jesús para dar vida a los hermanos.
            Así este Viernes es el día de nuestro juicio: Cristo clavado en la cruz es una llamada para que cada uno mire el fondo de sí mismo y reconozca “su” pecado, tan hábil y sutilmente disimulado.

            Todos tenemos nuestra parte en este drama humano amasado por el egoísmo; todos somos cómplices de una sociedad utilitaria, individualista, intransigente, que recurre al insulto, a la calumnia, al chantaje, a la presión moral y psicológica, al silencio, al desprecio, al crimen…