EL SECRETO ESTÁ EN LA CONVERSIÓN PERSONAL

Domingo 4 de diciembre
2º Adviento
Mateo 3,1-12


Érase una mujer que fue expulsada del cielo. Al salir le dijeron que sería admitida de nuevo si traía el regalo más querido por Dios.
Trajo gotas de sangre de un patriota que murió en la batalla.
Trajo el dinero que una pobre viuda había dado a los pobres.
Trajo una Biblia de un famoso predicador.
Trajo el polvo de los zapatos de un famoso misionero.
Trajo muchas reliquias de los santos.
Ninguno de esos regalos era el que más le agradaba a Dios.
Un día vio a un niño que jugaba en una fuente. Un hombre a caballo se apeó para apagar su sed y al ver al niño recordó la inocencia y la alegría de su infancia.
Miró al agua y vio el reflejo de su cara arrugada y endurecida y toda su vida sucia y malvada pasó por su mente. Lágrimas de arrepentimiento llenaron sus ojos y regaron sus mejillas.
La mujer cogió una de esas lágrimas y la llevó al cielo y fue recibida con gran alegría por los ángeles y por Dios.

Usted lo que necesita es un trasplante de corazón.
El viejo, cansado y enfermo corazón hay que quitarlo. No funciona adecuadamente y corre un alto riesgo.
Hay que buscar un donante para hacer el difícil trasplante.
¿Está usted en la lista de espera?
Hay personas que nunca van al médico porque piensan que están sanos. ¿Para lo que me va a decir? Me va a recetar las pastillas de siempre. Me va a dar los mismos consejos. Mejor me quedo en casa.
En este segundo domingo de Adviento, Juan el Bautista que se estrena como predicador y por ser novato es muy atrevido se encara con la gente y les grita sin contemplaciones: "Reformar vuestras vidas".
Juan es el cirujano que nos dice: Vosotros lo que necesitan es un trasplante de corazón.