FELICIDADES, JESÚS HA ENCONTRADO AL HERMANO PERDIDO

Domingo 11 de septiembre
24 del tiempo ordinario
Lucas 15,1-10

Después de leer Estas parábolas se Entiende mejor por qué Jesús llama a Dios con ese nombre sorprendente -tan Impresionante que ha sido conservado en la lengua propia de Jesús-Abba, «papaíto», La expresión infantil usada por los niños al dirigirse a su padre.
Cuando Jesús dado que ha venido a buscar no solo a los justos sino también a los pecadores, en realidad significa que ha venido a buscar a todos, ya que nadie puede presumir de ser justo. Y Esta es La experiencia de nuestro pecado personal: esa vivencia interior, que todos debemos tener, si somos honestos y no nos engañamos a nosotros mismos, de que no vivimos como debiéramos, de que no respondemos a las verdaderas exigencias que brotan de nuestro ser , de que estamos muy lejos de llegar al nivel que nos manifiesta el evangelio; De que hemos recibido muchos talentos y no les sacamos partido.
Nadie como los padres, y quizá más aún las madres pueden entenderlo mejor ante el hijo que se droga o va por malos caminos, lo primero no es la apelación al desagradecimiento de las normas de conducta violadas … Lo primario es el mal que ese hijo se está haciendo en una relación de sí mismo. Así es también, e infinitamente más, Dios. Por eso también, nadie mejor que los padres para comprender la gran alegría del hijo perdido y encontrado, que estaba muerto y ha vuelto a la vida; sin duda mayor que por Los otros hijos que no transitan por malos caminos.
Así es también Dios, así es el Abba que Jesús nos ha revelado: alguien que siempre nos busca, alguien que siempre nos espera, alguien que dice: «¡Felicitadme, porque este hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida!». Nos reconciliamos con Dios, cuando reconocemos ante el mal eso qué hacemos de nuestros talentos, solemos hablar de nuestra paz recuperada. ¿No deberíamos pensar en la alegría del Padre que exclama: «¡Felicitadme, porque este hijo estaba perdido y ha sido encontrado!»