ARRANCA LO QUE TE IMPIDA DAR FRUTOS DE AMOR

Domingo 27 de abril
26 del tiempo ordinario
Marcos 9,38-43.45.47-48

Érase un rey que cada día dedicaba un tiempo a escuchar las peticiones de sus súbditos. Y cada día un hombre bueno, vestido de mendigo, se acercaba al rey y le ofrecía una fruta muy madura. El rey la recibía y se la entregaba al tesorero que estaba detrás del trono.
Un día, al cabo de muchos años de repetirse este gesto, un mono del palacio vino a sentarse en un brazo del sillón del trono. El mendigo acababa de ofrecer al rey su fruta y éste se la dio al mono. Cuando éste la mordió una joya de mucho valor cayó al suelo.
El rey, maravillado, le preguntó al tesorero qué había sido de las otras. El tesorero no respondió porque había tirado las frutas por la ventana a un patio interior.
El tesorero corrió al patio y allí, en el suelo, encontró las frutas ya podridas y un montón de joyas preciosas.
Un mono –gracias a un mono- que se atrevió a morder la fruta se descubrió el tesoro que le regalaba, cada día, un hombre bueno.
¿Seremos capaces de descubrir lo valioso que nos ofrecen los otros, aunque a primera vista no se vea?