JESÚS ES UNO MÁS DE NOSOTROS

Domingo 11 de enero
Bautismo de Jesús
Marcos 1,7-11 

Si Israel se metiera un poco en la piel de los palestinos y los palestinos en la piel de los israelíes, en seguida se haría la paz.
Si las Iglesias hicieran lo mismo entre ellas, muchas murallas se vendrían abajo, y todas ellas llegarían a ser una gran fuente de inspiración para el mundo.
Si los empresarios se metieran en la piel de sus empleados y los empleados en la de sus patrones, habría menos huelgas y nadie lloraría.
Si el varón se acostumbrara a ponerse en el lugar de la mujer y la mujer en el del varón, la vida sería más linda en las casas, y así por todo el planeta.
Si simplemente nos habláramos intentando sinceramente ponernos en la piel del otro, nos comprenderíamos mejor y, quién sabe, tal vez acabaríamos amándonos.
Cada vez que uno espera que el otro dé el primer paso, se hace mal a sí mismo, y cada vez que uno se preocupa primero por ser comprendido antes que comprender, se equivoca.
Los psicólogos llaman al hecho de meterse en la piel del otro “tener empatía”.
Antes de decidir lo que sería bueno para los pobres, para las personas homosexuales, para aquellas que se hacen abortos o aquellos que reclaman la eutanasia, haría falta conocer al menos una de estas personas y escucharla profundamente. Al final, quizás uno se preguntaría si verdaderamente tiene derecho a decidir por ellas.
Jesús se identificó con los desauciados de la sociedad. Se puso en la cola de los pecadores para ser bautizado por Juan. A veces pasa que nosotros buscamos a Jesús en un lugar muy lejano del que Él ha elegido para estar.