Guitarrista, cantante y compositora, nació en La Habana, Cuba, el 17 de abril de 1973. Desde su infancia mostró una total vocación por la música y a los 15 años comenzó sus estudios en esta disciplina. Comienza a estudiar guitarra en el conservatorio de La Habana y, a su vez, empieza a cantar en diversos proyectos de músicos jóvenes. Poco a poco, y entre unos grupos y otros, fue perfilándose hacia el mundo del jazz, y ella asumió el reto de dirigir, tocar la guitarra eléctrica, hacer arreglos y sacar adelante las propuestas que iban surgiendo.
Pero no presento a Danays sólo por su
talento innegable para la música, que desde muy pequeña y en
aquel barrio de La Habana donde creció, la música ya es una manera de vivir, un
regalo de Dios con el que prácticamente se nace (bueno, quizá el nacer en
familia de músicos ayude también un poquito….).
La presento por su
inmensa vocación. Si yo
sólo hago esa presentación de ella es probable que podamos pensar que es una
cantante cubana más, con su voz indiscutible. Pero no puedo quedarme sólo en
eso, aunque ella insista en que nos fijemos sólo en su parte musical.
A los 5 años, jugando en la puerta de su
casa de La Habana, una bala perdida de un policía le alcanzó y quedó ciega.
Tuvo que acostumbrarse a vivir con ello y continuó su vida como músico, con su
guitarra y sus composiciones.
En 2008 decidió salir a explorar el mundo y se mudó a Madrid,
donde vive actualmente y donde ha conseguido hacerse un hueco en el mundo de la
música. Pero de nuevo tuvo
un nuevo encuentro con la vida cuando en 2010 se cayó a las vías del metro de
Madrid. Tras meses de recuperación y multitud de dolores que aún persisten,
perdió un brazo, por lo que tuvo que dejar de tocar la guitarra, su gran
pasión…
Y es que, cuando uno se encuentra delante con personas que, por
muchos palos que les dé la vida (llamémoslo lecciones mejor), continúan
luchando por sacar adelante aquello que más aman, es inevitable que nos
replanteemos qué
hacemos cada uno con nuestra vida, por qué muchas veces nos
ponemos trabas nosotros mismos por lograr nuestros sueños y cómo es posible que
con tantos impedimentos sigamos adelante. Muchos de nosotros podríamos pensar
que es que Dios no quiere que sigamos por esa vía, pues las cosas pasan por
algo. Pero parece que las
cosas efectivamente pasan para que seamos capaces de superarnos a nosotros
mismos y para demostrar que cuando una vocación está ahí, no hay nada que pueda
frenarla, pues es el Espíritu quien guía e ilumina…