ÉL ES EL BUEN PASTOR

Domingo 26 de abril
4º domingo de pascua
Juan 10,11-18
«Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Maestro”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Jefes”, porque uno solo es vuestro Jefe: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor”. (Mt. 23 1-11).
Cada uno de nosotros somos responsables de ser buenos pastores. No para que sean, piensen y actúen como nosotros. Tampoco para que recorran nuestros mismos caminos. Los caminos hacia Dios pueden ser muy distintos.
Jesús, el Pastor, da la vida por las ovejas. Somos pastores de los demás en la medida en que ponemos nuestra vida, nuestra existencia al servicio de los demás.
Estamos llamados a ser “pastores” mediante la entrega de nuestra vida cada día, en las pequeñas cosas, porque no pensamos en nosotros mismos sino que somos capaces de darla en las cosas sencillas, aquellas que suelen pasar desapercibidas… porque “el que pierde su vida la gana”.
Y un día, cuando nos presentemos ante el Padre de todos nos preguntará: “¿qué hiciste de tu hermano?”.

La gran diferencia está entre pretender ser dueños y jueces de los demás, o buscar ser servidores capaces de perder la vida por los demás.

LOS NIÑOS QUEREMOS LA PAZ

LA PAZ ESTE CON VOSOTROS

Domingo 19 de abril
3º de pascua
Lucas 24,35-48

Jesús al presentarse, les saluda: ”la paz esté con vosotros”. El miedo aún les sobrecogía. Estaban con puertas y ventanas cerradas. Dos discípulos les habían asegurado, que al huir de Jerusalén a Emaús, Jesús se presentó entre ellos, se encendían sus corazones al oír sus palabras y le reconocieron en la cena al partir el pan, no pudieron dudar, era él, resucitado. También Pedro, Juan y algunas mujeres aseguraban que Jesús había resucitado. Ellos seguían encerrados, con miedo.
El mensaje de Jesús resucitado, ante todo, es su palabra de que sigue vivo, vivo en nuestras vidas, que no nos ha abandonado. Jesús desea que quienes le deciden seguirle recobren la confianza, la amistad, la seguridad en él. Ésta es la tónica general en todos estos relatos evangélicos que hablan de los encuentros de Jesús resucitado con sus amigos.
Nuestra experiencia confiada, amistosa del trato con Jesús será siempre modesta, nunca podremos tener la seguridad de que vivimos en plenitud su espíritu. Estamos en camino, sin haber alcanzado la plenitud del vivir en el ser de Dios, estamos en nuestra vida en fase de transición con incertidumbre. Únicamente nos podremos acercar a la convicción de la presencia del Señor al vivir su palabra de amar, de generosidad, de practicar las bienaventuranzas, fueron sus palabras que pronunció y vivió plenamente, pero siempre con la certeza de que un día podremos poseer aquello que Jesús nos ha prometido y que esperamos alcanzar. El espíritu que mora en nosotros es el que nos conduce para poder llegar un día a ser partícipes de su vida.

Si queremos asemejarnos a la vida de Jesús acerquémonos a quienes sufren junto a nuestra vida, tengamos la seguridad de que allí está especialmente presente Jesús resucitado vivo, aunque desconocido y olvidado para casi tantos a los que él ama entrañablemente. Es una presencia buena, entrañable como todas las de Jesús, que nos abre al verdadero destino y al sentido de nuestra vida.

INFANCIA: ¿UN FUTURO HIPOTECADO?

Vos fem participes de l'article que sobre la pobresa infantil a Espanya hem llegit en Antena Missionera, creiem que val la pena que ens conscienciem de les necessitats que molts xiquets i les seues famílies tenen cada dia en el nostre país.


Written by  Eulalia Pagés y Xavier Loza (CyJ) . Thursday, 26 March 2015 11:47 , font size   . Print . Email . Be the first to comment!. Rate this ítem

En 2012 el Síndic de Greuges,equivalente en Cataluña al Defensor del pueblo, ya alertaba sobre la situación de pobreza en la que se encuentran inmersos uno de cada cinco niños en Cataluña. Desde el inicio de la crisis económica en 2008, cada vez un mayor número de menores se han visto afectados por un cúmulo de circunstancias que los han conducido a una situación de enorme vulnerabilidad y que han cuestionado la igualdad en su acceso a derechos y oportunidades.

Más allá de las implicaciones que esta situación de pobreza pueda tener ahora y aquí, hay que pensar también en las consecuencias a más largo plazo. La desigualdad en el ejercicio de derechos básicos como la vivienda, la salud o la educación repercutirá en el desarrollo de los niños y niñas y les dificultará poder salir de la pobreza, convirtiendo ésta en un fenómeno hereditario, en un círculo vicioso muy difícil de romper.
Nos preocupa la vulnerabilidad a la que se ven abocadas las familias, porque esto acentúa la situación de fragilidad de los niños. Nos preocupa que el discurso de la «lenta recuperación económica» que se hace a nivel de gobierno acabe por ocultar la realidad cotidiana de estos niños, que han visto –y si siguen viendo– cómo una buena parte de sus derechos siguen amenazados.
A pesar de que la situación que aquí describiremos se basa en nuestra observación y experiencia de la realidad catalana, y más concretamente del área metropolitana de Barcelona, creemos que se puede extrapolar al día a día de muchos niños de todo el Estado español.

La realidad en las escuelas
La situación actual de la escuela pública, sin olvidar tampoco la de algunas escuelas concertadas ubicadas en barrios en los que la crisis ha golpeado fuerte, dificulta que pueda resultar un espacio de promoción y de igualdad de oportunidades. Por un lado, los recortes han tenido un fuerte impacto en el día a día de los maestros. El tiempo que pueden dedicar a atender a las familias o a otros agentes implicados en la vida del menor se ha visto reducido de forma sustancial, hecho que ha acabado resultando un obstáculo en la colaboración entre la escuela y el resto de ámbitos de relación de los niños.
Por otro lado, nos encontramos ante escuelas e institutos en los que los alumnos con alguna dificultad para el aprendizaje (ya sea debido al desconocimiento de la lengua, a un desfase a nivel académico o a alguna deficiencia de tipo intelectual) no pueden ser atendidos en condiciones óptimas.
Esto da lugar a aulas llenas, con un aumento de las problemáticas, todo ello combinado con unos profesionales internos (como por ejemplo maestros de educación especial o del aula de acogida) o externos (equipos de asesoramiento pedagógico, psicológico...) que no dan abasto a la hora de evaluar y hacer el seguimiento de todos los niños, niñas y jóvenes con necesidades especiales.
Otra gran desventaja, y que afecta sobre todo a los alumnos de la escuela pública, es el cómputo global de horas lectivas. Los niños de primaria tienen cinco horas de escuela con una pausa al mediodía de dos horas y media. Aparte del evidente impacto a nivel académico, este tiempo al mediodía supone, para las familias que trabajan, una dificultad a la hora de la conciliación laboral, en especial si no pueden dejar a los niños en el comedor. En el otro extremo, y en el caso de familias desestructuradas, se facilita un elevado absentismo escolar por la tarde.
Entre los padres y las madres que llevan sus hijos a nuestros centros hay un número muy elevado de personas desocupadas (que sigue aumentando), al igual que también es elevado el número de personas que trabajan en la economía sumergida y en unas condiciones de mucha precariedad. A todo esto hay que sumarle la finalización de los períodos de cobro de la prestación de desempleo y las dificultades para llegar a percibir otras prestaciones, como por ejemplo la PIRMI.
Es obvio que esta situación económica tiene efectos a nivel de escuela, ya que las familias se ven con menos posibilidades para inscribir a sus hijos e hijas en actividades extraescolares (salidas, excursiones, visitas) o bien con dificultades a la hora de pagar las cuotas de material (pensemos que en algunos casos se incluyen los gastos de adquirir un ordenador portátil). Esta situación vulnera el artículo 31 de la Declaración de los derechos de los niños, adoptada por la Asamblea de las Naciones Unidas en 1959, en la que se recoge que el tiempo libre, el juego y la actividad cultural y artística es una parte muy importante para el desarrollo de los niños y de los jóvenes.

El impacto en casa
Sin embargo, por desgracia el impacto no se reduce al ámbito escolar, sino que afecta y a veces con más gravedad al ámbito doméstico.  En cuanto a la vivienda, una parte de nuestros niños está sufriendo situaciones de vulnerabilidad derivadas del impago de hipotecas, que pueden acabar en la pérdida de la vivienda familiar. Empieza entonces el calvario de alquilar habitaciones, a veces dentro de viviendas compartidas y bajo formas de subalquiler, o el regreso a casa de los abuelos o incluso la ocupación de pisos vacíos. Situaciones todas ellas que abocan a la inestabilidad y a un incremento de la tensión dentro de los hogares.
Uno de los otros puntos preocupantes es el de la alimentación, como alerta el informe del Síndic de Greuges de 2013 respecto a la malnutrición infantil. En este punto es clave la cuestión de las becas de comedor, que se dan solo durante la etapa de la educación primaria pero que no quedan garantizadas en etapas posteriores. Además, la drástica reducción del nivel de ingresos de muchas familias ha provocado también la reducción del abanico de alimentos a los que pueden acceder. El consumo regular de fruta y verdura se ve reemplazado por dietas en las que la pasta se convierte en el alimento principal. A la larga, esta alimentación inadecuada en los primeros años de vida tiene un importante impacto en el desarrollo físico e intelectual.
Más allá de las cuestiones económicas y materiales, la crisis ha conducido a las familias a vivir situaciones de elevada tensión y estrés, con repercusiones directas en el día a día de los niños, en su estabilidad y en su derecho a disfrutar plenamente de su infancia.
Somos testigos de la situación de nerviosismo en que viven los padres y madres, debido a la falta de perspectivas laborales. Los conflictos entre progenitores y con los hijos de por medio son el pan de cada día de muchos hogares. Paralelamente, el sentimiento y la necesidad de reafirmar, como padres y madres, su autoridad (gravemente cuestionada por la coyuntura sociolaboral) se traduce en un mayor control y en un aumento de la exigencia de cara a los hijos, que acaba por afectar a la relación. A todo esto no ayudan las condiciones de la vivienda que hemos enumerado más arriba. La convivencia de una familia extensa o de diversas unidades en una misma vivienda acaba por imposibilitar un espacio en el que cada núcleo familiar pueda relacionarse serenamente y en el que el niño pueda encontrar también el lugar adecuado para poder hacer los deberes y concentrarse, agravando todo tipo de conflictos y propiciándolos aún más.

Infancia e inmigración
Hemos hablado de escuela, de familias y de dificultades socioeconómicas. Otro factor muy relevante y que vale la pena poner sobre la mesa, por la afectación que tiene sobre los niños, es el de la inmigración. Esta variable resulta determinante en el desarrollo de los niños y niñas por diferentes motivos.
Un primer motivo, y muy evidente, es el tema de ser recién llegado, con los obstáculos a nivel cultural o idiomático que ello implica en el proceso de adaptación a la escuela y al país. Se da, por lo tanto, una situación clara de desventaja provocada por el desconocimiento de la lengua, el desfase a nivel académico o incluso la realidad de analfabetismo que presentan algunos de los progenitores. Los recortes en educación, no están favoreciendo que se pueda superar esta desventaja mediante aulas de acogida o una atención personalizada.
Por otro lado, a pesar de que como consecuencia de la crisis se haya incrementado el regreso de algunas familias inmigrantes a sus países de origen, lo cierto es que la mayoría manifiestan una clara voluntad de quedarse aquí. Sí, estamos viviendo el «regreso del regreso», hecho que provoca que los hijos se vean inmersos en un doble proceso migratorio, con las implicaciones emocionales y relativas a la identidad que ello comporta.
Precisamente la cuestión de la identidad no es una cuestión baladí. Los niños y niñas que han nacido en España pero que son hijos de familias que inmigraron hace unos años, siguen sintiéndose en la gran mayoría inmigrantes. A pesar de no haber vivido, en principio, las dificultades idiomáticas a que tuvieron que hacer frente sus padres, siguen sintiéndose ciudadanos del país de origen de sus progenitores. Este hecho puede ser positivo si estos niños y niñas lo perciben como una riqueza cultural propia, pero puede resultar un problema si llegan a sentirse extraños o extranjeros dentro de la sociedad en la que han nacido. Tenemos que ser conscientes de esta realidad y trabajarla a fondo, si no queremos encontrarnos muy pronto con numerosos conflictos derivados de las diferentes pertenencias identitarias. Es un tema que tiene que ser abordado con urgencia, y que no puede quedar relegado a mera anécdota.

¿Afrontar el problema o hipotecar su futuro?
Por desgracia la situación en la que viven la mayoría de niños que atendemos desde nuestras entidades sigue siendo invisible a los ojos de la mayoría. La atención corre a cargo de personas profesionales y voluntarias que dan lo mejor de su tiempo y conocimientos para paliar una situación que hace aguas. Sin embargo, la realidad sigue enmascarada bajo cifras o indicadores que quieren dar indicios de «recuperación» y «salida del túnel», pero no está siendo así. La atención que ofrecemos mejora una parte de su situación, pero se necesita un compromiso firme de la sociedad (de TODA la sociedad) que tiene que ir mucho más allá del ámbito puramente asistencial. Por desgracia los planes contra la pobreza infantil que hasta ahora han sido presentados por parte de las diferentes administraciones son totalmente insuficientes y demuestran muy poca voluntad política.
Mientras no se ponga remedio, los niños seguirán siendo víctimas colaterales de la situación, y lo serán por tres vías. En primer lugar, recibiendo los efectos de la situación en su propia persona y experiencia (malnutrición, falta de perspectivas y horizonte). En segundo lugar, a través de una escuela que debido a los recortes se ha visto tocada en cuanto a su calidad pedagógica y a los servicios que puede ofrecer, de tal manera que los niños acaban recibiendo una educación comparativamente de menos calidad que generaciones precedentes o que otros niños con oportunidades de escolarización diferentes. Esta desventaja acabará marcando su futuro, repercutirá en el acceso al mercado laboral y perpetuará su situación de pobreza. Y en tercer lugar, acabarán sufriendo los desequilibrios familiares que la crisis está provocando en sus progenitores y esto afectará a su desarrollo emocional. Estos tres frentes los convierten en tres veces víctimas.

Tenemos que denunciarlo con fuerza: la coyuntura desfavorable en la que vive nuestros niños no es sólo una cuestión económica sino que se trata de una situación social de urgencia que afecta al presente, pero que hipotecará el futuro de varias generaciones.

QUE MÁS NECESITAMOS PARA CEER

Domingo 12 de abril
2º de Pascua
Juan 20,19-31

Jesús no quiere que nadie lo siga en base a milagros o actos que rayan con la magia. Sabe que seguirlo a Él es aceptar el proyecto del Padre: el Reino. Y eso se puede hacer sólo desde la fe.
Nadie fue “testigo visual de su resurrección”, aunque muchos los habían sido de su muerte. Y una vez resucitado solo lo pueden “ver” aquellos que tienen fe. Es decir aquellos que creen y están dispuestos a comprometer su vida por los valores que movieron su existencia y lo llevaron a entregar todo, hasta su vida, por amor.
Es esa fe la que permitirá a sus discípulos superar los miedos que los mantenían encerrados. A partir de ese momento no buscarán “conservar” su vida, estarán dispuestos a entregarla por el Reino, como expresión del amor de Dios a la humanidad. Dejarán de mirar hacia el pasado y mirarán, con una esperanza que va más allá de la muerte, hacia el futuro. Y tendrán el mismo final que el Maestro.
A partir de la experiencia de los apóstoles deberíamos preguntarnos si nuestra fe como personas y como comunidad eclesial se basa en la experiencia de la resurrección de Jesús.
¿Miramos hacia el pasado o hacia el futuro con la confianza puesta en un Dios que no falla? ¿Procuramos “conservar” lo que creemos tener o caminamos con la esperanza de quien cree que hasta la muerte ha sido vencida?
Meter los dedos allí donde entraron los clavos y su mano donde se hundió la lanza, le lleva a proclamar su fe: “¡Señor mío y Dios mío!”. Es la expresión de quien está dispuesto a correr la misma suerte de Jesús. Asume el camino de la cruz, de la entrega de su vida, como la forma de hacer presente el Reino, como camino de Vida.       Ese gesto, que a veces despreciamos, le lleva a Tomás a la plenitud de su fe. Al compromiso total con el proyecto de Dios tal como se manifestó en Jesús.
Nosotros no podemos repetir de gesto de Tomás tal como él lo experimentó. Por eso “felices lo que crean sin haber visto”.
Pero podemos seguir considerándolo como camino para que nuestra fe vaya madurando y llegando a plenitud. No podremos tocar las llagas de Jesús. Pero en nuestro mundo sigue habiendo muchos crucificados por el hambre, la injusticia, el Sida, la pobreza, la marginación… y con demasiada frecuencia evitamos tocar sus llagas.

Solo quien mete sus dedos en las llagas de los crucificados de hoy podrá ver al Resucitado. Lo mismo que pasó hace dos mil años. Jesús no va a aparecer caminando por nuestras calles. Verlo y creer en Él supone tomarse en serio lo que dijo un día: “Quien quiera ser mi discípulo, que cargue con su cruz y me siga”.

JESÚS HA RESUCITADO

EL FUTURO ESTA EN NUESTRAS MANOS A TRAVÉS DE JESÚS

Domingo 5 de abril
Domingo de resurrección
Juan 20,1-9

Creer en el Resucitado es resistirnos a aceptar que nuestra vida es solo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos.
Creer en el Resucitado es rebelarnos con todas nuestras fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, humillación y sufrimientos, queden olvidados para siempre.
Creer en el Resucitado es confiar en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por fin podremos ver a los que vienen en pateras llegar a su verdadera patria.
Creer en el Resucitado es acercarnos con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, discapacitados físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión, cansadas de vivir y de luchar.
Creer en el Resucitado es confiar en que nuestros esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no se perderán en el vacío.
Creer en el Resucitado es saber que nada se perderá de lo que hemos vivido con amor o a lo que hemos renunciado por amor.
Creer en el Resucitado es esperar que las horas alegres y las experiencias amargas, las "huellas" que hemos dejado en las personas y en las cosas, lo que hemos construido o hemos disfrutado generosamente, quedará transfigurado.
Creer en el Resucitado es creer que un día escucharemos estas increíbles palabras: ya no habrá muerte ni habrá llanto, no habrá gritos ni fatigas porque todo eso habrá pasado.
¡Feliz Domingo de Pascua!

CARA A CARA AMB JESÚS

PERDONA'LS PERQUÈ NO SABEN EL QUE ES FAN

JESÚS ACCEPTA LA SEUA MISSIÓ PER AMOR ALS SEUS GERMANS

PEL "VIACRUCIS" DE LA VIDA



Gastar la vida és treballar pels altres, encara que no paguen;
fer un favor al que no ho va a retornar;
gastar la vida és llançar-se encara al fracàs, si fa falta,
sense falses prudències; és cremar les naus en bé del proïsme.
Som torxes que només tenim sentit quan ens cremem;
només llavors serem llum.
Lliura'ns de la prudència covarda,
la que ens fa evitar el sacrifici i cercar la seguretat.
Gastar la vida no es fa amb gestos "ampulosos" i falsa teatralitat.
La vida es dóna senzillament, sense publicitat,
com l'aigua del vessant, com la mare dóna el pit al seu bebè,
com la suor humil del que sembra.

EUCARISTÍA, LA GRAN FESTA



Quan malgrat no haver ocorregut gens especial, saps que tot està decidit i no hi ha marxa arrere;
Quan faces el que faces, uns altres van a decidir per tu, perquè ja han decidit;
Quan els petits passos d'avui només confirmen el desenllaç de matí;
Quan és difícil confiar perquè tot al teu al voltant fa olor de sospita i a desgana i a traïció i a mentida;
Quan eres a punt d'entrar en la teua pasqua que és la Seua;
Només llavors…
No queda gens més que donar la vida pels altres: Acollint, Compartint, Assumint, Estimant.

AMOR EN MAJÚSCULES

JESÚS S'ASSEU A la TAULA AMB CADASCUN DE NOSALTRES

POR EL AMOR QUE JESÚS NOS DA CADA DÍA

Jueves 2 de abril
Jueves santo día del amor fraterno
Juan 13,1-15

“Si quieres decirle algo importante a quien más tú quieres, díselo en una mesa”. Adagio que, en Jueves Santo, toma cuerpo y forma en Jesús: alrededor de una mesa les dijo que eran hermanos; debajo de una mesa, con sus manos, les indicó que el servicio era carnet de identidad para los hermanos cristianos y, sobre la mesa, les inmortalizó en Sacramento algo que en principio no llegaron a entender: esto es mi Cuerpo y mi Sangre derramada por vosotros.

Hoy, en esta mesa, Jesús también nos dice –a nosotros cristianos del siglo XXI- algo esencial y tan importante como entonces: sigue estando presente, vivo, fraterno y sacerdotalmente entregado en nosotros. ¿Llegaremos a entender la belleza (incluso estética) que guarda este cenáculo del Jueves Santo?