LA FELICIDAD SEGÚN JESÚS
Domingo 29
4º del tiempo ordinario
Mateo 5,1-12a
Y, desgraciadamente no hablamos solo de tener, poseer y consumir
“cosas” materiales, sino también de tener, poseer y consumir “personas”. Cuanto
más arriba estamos de los demás, pensamos que más valemos como personas.
Jesús, al proclamar las bienaventuranzas da vuelta a esa
mentalidad. Dios defiende el valor, la dignidad de las personas. Dios, como
Padre-Madre bondadoso quiere la felicidad de todos sus hijos.
Hoy nos dice: ¡cuidado, os estáis equivocando de camino! Tener
mucho no hace a nadie más feliz. Al contrario.
Las Bienaventuranzas nos invitan a preguntarnos si tenemos la
vida bien planteada o no, y nos urgen a eliminar programaciones equivocadas.
¿Qué sucedería en mi vida si yo acertara a vivir con un corazón más sencillo,
sin tanto afán de posesión, con más limpieza interior, más atento a los que
sufren, con una confianza grande en un Dios que me ama de manera incondicional?
Por ahí va el programa de vida que nos trazan las Bienaventuranzas de Jesús.
Son realmente felices aquellos que pudiendo enriquecerse, se
empobrecen, comparten sus bienes para que los demás no vivan en la pobreza. Son
felices aquellos a quienes los poderosos han empobrecido quieren salir de su
pobreza y no pueden, pero descubren que nada les puede impedir ser más humanos.
Su riqueza está en su humanidad.
Jesús lucha contra la pobreza, pero alaba a aquellos que no se
dejan llevar por el consumismo y a los que aún viviendo en la necesidad su
humanidad es el mayor bien, y en ambos casos deciden compartir su “riqueza”.
No se puede servir a dos señores: a Dios y al dinero. Solo quien
entra en la dinámica del compartir acepta el Reino de Dios y está en
condiciones de hacer un mundo más justo y más humano.
SEGUR A JESÚS ES LIMPIAR NUESTRA MENTE DE EGOÍSMOS E INTERESES
Domingo 22 de enero
3º del tiempo ordinario
Mateo 4,12-23
No es que tuviesen mucho que dejar, pero tenían para vivir. Una
barca y unas redes. Suficiente para poder comer. Y un padre que sin ellos,
tampoco podría hacer grandes cosas. Al fin y al cabo, ellos eran su apoyo y su
futuro.
¿A caso estarían ya hartos de hacer siempre lo mismo y ahora tenían una oportunidad de cambiar? Pero ¿no era eso un riesgo? Seguir a un desconocido y no saber tampoco a dónde ¿no era una aventura demasiado riesgosa? Y sin embargo, “inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”. El único fracaso de triunfar en la vida suele ser de ordinario el no decidirse, el no intentarlo. Y ellos lo intentaron. Se lanzaron al vacío de algo que no conocían.
¿A caso estarían ya hartos de hacer siempre lo mismo y ahora tenían una oportunidad de cambiar? Pero ¿no era eso un riesgo? Seguir a un desconocido y no saber tampoco a dónde ¿no era una aventura demasiado riesgosa? Y sin embargo, “inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”. El único fracaso de triunfar en la vida suele ser de ordinario el no decidirse, el no intentarlo. Y ellos lo intentaron. Se lanzaron al vacío de algo que no conocían.
Estar al lado de Jesús no es algo triste sino
el descubrimiento de la verdadera alegría. No es dejar de vivir sino sentirse
más vivo que nunca. Descubrir hacia dónde debemos vivir. Comenzar a intuir todo
lo que significa vivir.
Es limpiar nuestra mente de egoísmos e intereses que empequeñecen nuestro vivir cotidiano. Liberar el corazón de angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de dominio y posesión. Liberarnos de objetos que no necesitamos y vivir para las personas que nos necesitan.
Uno comienza a convertirse, cuando descubre que lo importante no es preguntarse: « ¿cómo puedo ganar más dinero?», sino « ¿cómo puedo ser más humano?». No « ¿cómo puedo llegar a conseguir algo?» sino « ¿cómo puedo llegar a ser yo mismo?».
Es limpiar nuestra mente de egoísmos e intereses que empequeñecen nuestro vivir cotidiano. Liberar el corazón de angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de dominio y posesión. Liberarnos de objetos que no necesitamos y vivir para las personas que nos necesitan.
Uno comienza a convertirse, cuando descubre que lo importante no es preguntarse: « ¿cómo puedo ganar más dinero?», sino « ¿cómo puedo ser más humano?». No « ¿cómo puedo llegar a conseguir algo?» sino « ¿cómo puedo llegar a ser yo mismo?».
REALMENTE ¿QUEREMOS CONOCER A JESÚS?
Domingo 15 de enero
2º del tiempo ordinario
Juan 1,29-34
Ha venido Jesús para acampanar junto a nosotros. Para
recordarnos que, en el camino del amor, es donde mejor le podemos encontrar,
conocer y servir.
Y es que, a veces, nos puede ocurrir como aquel funcionario que
–aun teniendo datos de las personas a las que atiende- no conoce nada de lo que
acontece en el interior de esas personas. ¿Y nosotros? Sí; tal vez de lejos o
de cerca poseamos algunas reseñas o antecedentes sobre Jesús (se hizo hombre
por salvarnos, nació en Belén, padeció, murió, resucitó….) ¿Pero sabemos de
verdad quién es Jesús?
Conocer a Dios es sumergirnos en sus entrañas. Tener
experiencia de su presencia y, por lo tanto, fecundar toda nuestra vida con su
Palabra y su soplo divino. ¿Qué ocurre entonces? Pues que, tal vez, tenemos conceptos
de Dios y, tal vez, no poseemos a Dios.
Solo podremos encontrar a Jesús si entendemos su mensaje y lo vivimos intensamente.
JESÚS UN HOMBRE, COMPROMETIDO.
Domingo 8 de enero
Bautismo de Jesús
Mateo 3,13-17
Muchas
veces los cristianos tenemos un problema para responder a la pregunta de ¿por
qué se bautizó Jesús, si Él no tenía pecado?
Cuando un hombre es encontrado culpable de algo, casi
instintivamente nace en nosotros un movimiento de distanciamiento, rechazo y
hasta repulsa. Parece la reacción normal de todo hombre que desea reafirmarse
en la honestidad y rectitud de una conducta limpia.
Parece como que lo primero y quizás lo único que debemos hacer
ante el culpable es separarnos de él, condenando su actuación y criticando su
conducta.
Tendemos a sentirnos más jueces que hermanos.
Sin embargo, quizás no es ésta la única postura ni siquiera la
que más puede ayudar al hombre a rehacerse de su pecado, rehabilitarse y
recuperar su dignidad perdida.
Con frecuencia, se han preguntado los creyentes por qué se hizo
bautizar Jesús. Su gesto resulta sorprendente. Juan el Bautista predica “un
bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados”. ¿Cómo pudo,
entonces, Jesús, el hombre justo y sin pecado, realizar un gesto que lo podía
confundir con el resto de los pecadores?
La respuesta es, quizás, bastante clara para aquél que conozca
un poco de cerca la actuación de Jesús de Nazaret.
Uno de los datos mejor atestiguados sobre Jesús es su
cercanía y su acogida a hombres y mujeres considerados como “pecadores” en la
sociedad judía. Es sorprendente la fuerza con que Jesús condena el mal y la
injusticia y, al mismo tiempo, la acogida que ofrece a los pecadores.
Comparte la misma mesa con pecadores públicos, a los que nunca
un judío piadoso se hubiera acercado. Ofrece su amistad a los sectores más
despreciados por las clases “selectas” de Israel. Llegan a llamarle con
desprecio “amigo de pecadores”.
Y están en lo cierto. Jesús se acerca a los pecadores como
amigo. No como moralista que busca el grado exacto de culpabilidad. Ni como
juez que dicta sentencia condenatoria. Sino como hermano que ayuda a aquellos
hombres a escuchar el perdón de Dios, encontrarse de nuevo con lo mejor de sí
mismos y rehacer su vida.
El bautismo no es un gesto extraño en Jesús. Es el gesto de un
hombre que, al escuchar la llamada del Bautista, desea encontrarse cerca de los
pecadores y solidarizarse con
aquel movimiento de renovación que Juan pide al pueblo.
Cuántas veces esas personas que tan fácilmente condenamos, están
necesitando más que nuestras críticas ligeras, una comprensión y una ayuda que
les dé fuerza para renovar su vida.
LOS REYES MAGOS, BUSCARON Y ENCONTRARON...
Viernes
6 de enero
Epifania
del señor
Mateo
2,1-12
¿DE QUE LLENAMOS NOSOTROS HOY NUESTRAS CASAS?
Una historia de Etiopía nos presenta a un anciano que, en su
lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo:No puedo dividir en tres partes lo que poseo. Os tocaría muy poco. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, al que se muestre más astuto y sagaz. Dicho de otra forma, a mi mejor hijo. Encima de la mesa hay una moneda para cada uno. Tomadla. El que compre con esa moneda algo que pueda llenar toda la casa se quedará con todo.
Se fueron.
El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad.
El segundo compró sacos de plumas y tampoco la llenó.
El tercero -que consiguió la herencia- sólo compró un pequeño objeto. Una vela.
Éste esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.
La Navidad es la historia de un viaje de ida y vuelta.
Dios vino en pobreza y en debilidad y los suyos no lo reconocieron ni lo recibieron.
Este viaje es una epifanía, una manifestación de Dios.
La vida del creyente es también la historia de un viaje, un viaje al encuentro con Dios. Si Dios viene a mi encuentro, yo también tengo que salir a su encuentro.
Navidad es la cita del amor. En el amor verdadero siempre hay dos corazones latiendo al mismo ritmo.
El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad.
El segundo compró sacos de plumas y tampoco la llenó.
El tercero -que consiguió la herencia- sólo compró un pequeño objeto. Una vela.
Éste esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.
La Navidad es la historia de un viaje de ida y vuelta.
Dios vino en pobreza y en debilidad y los suyos no lo reconocieron ni lo recibieron.
Este viaje es una epifanía, una manifestación de Dios.
La vida del creyente es también la historia de un viaje, un viaje al encuentro con Dios. Si Dios viene a mi encuentro, yo también tengo que salir a su encuentro.
Navidad es la cita del amor. En el amor verdadero siempre hay dos corazones latiendo al mismo ritmo.
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