Domingo 22 de enero
3º del tiempo ordinario
Mateo 4,12-23
No es que tuviesen mucho que dejar, pero tenían para vivir. Una
barca y unas redes. Suficiente para poder comer. Y un padre que sin ellos,
tampoco podría hacer grandes cosas. Al fin y al cabo, ellos eran su apoyo y su
futuro.
¿A caso estarían ya hartos de hacer siempre lo mismo y ahora tenían una oportunidad de cambiar? Pero ¿no era eso un riesgo? Seguir a un desconocido y no saber tampoco a dónde ¿no era una aventura demasiado riesgosa? Y sin embargo, “inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”. El único fracaso de triunfar en la vida suele ser de ordinario el no decidirse, el no intentarlo. Y ellos lo intentaron. Se lanzaron al vacío de algo que no conocían.
¿A caso estarían ya hartos de hacer siempre lo mismo y ahora tenían una oportunidad de cambiar? Pero ¿no era eso un riesgo? Seguir a un desconocido y no saber tampoco a dónde ¿no era una aventura demasiado riesgosa? Y sin embargo, “inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”. El único fracaso de triunfar en la vida suele ser de ordinario el no decidirse, el no intentarlo. Y ellos lo intentaron. Se lanzaron al vacío de algo que no conocían.
Estar al lado de Jesús no es algo triste sino
el descubrimiento de la verdadera alegría. No es dejar de vivir sino sentirse
más vivo que nunca. Descubrir hacia dónde debemos vivir. Comenzar a intuir todo
lo que significa vivir.
Es limpiar nuestra mente de egoísmos e intereses que empequeñecen nuestro vivir cotidiano. Liberar el corazón de angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de dominio y posesión. Liberarnos de objetos que no necesitamos y vivir para las personas que nos necesitan.
Uno comienza a convertirse, cuando descubre que lo importante no es preguntarse: « ¿cómo puedo ganar más dinero?», sino « ¿cómo puedo ser más humano?». No « ¿cómo puedo llegar a conseguir algo?» sino « ¿cómo puedo llegar a ser yo mismo?».
Es limpiar nuestra mente de egoísmos e intereses que empequeñecen nuestro vivir cotidiano. Liberar el corazón de angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de dominio y posesión. Liberarnos de objetos que no necesitamos y vivir para las personas que nos necesitan.
Uno comienza a convertirse, cuando descubre que lo importante no es preguntarse: « ¿cómo puedo ganar más dinero?», sino « ¿cómo puedo ser más humano?». No « ¿cómo puedo llegar a conseguir algo?» sino « ¿cómo puedo llegar a ser yo mismo?».