Domingo 15 de julio
15º del tiempo ordinario
Marcos 6,7-13
El
proyecto de Jesús no es cosa de piedad individual, sino un proyecto para
organizar la convivencia; dar a conocer ese proyecto tampoco es asunto de uno
solo; aunque alguno sienta una particular inclinación o esté especialmente
dotado para algún aspecto de la misma, la misión es responsabilidad de toda la
comunidad, es un asunto comunitario.
La
riqueza no es buena compañera para dar testimonio de Jesús: primero porque su
eficacia depende solo de Dios y de la libre aceptación del mensaje por los
hombres: no será el derroche de medios económicos lo que haga eficaz el anuncio
del evangelio. Les deberá bastar con lo más imprescindible: un bastón y el
calzado necesario para caminar. Y, además, los signos externos de riqueza
(«dos túnicas») son incompatibles con la misión de quienes se han de presentar
como seguidores de quien anuncia libertad, justicia e igualdad para toda la
humanidad.
Naturalmente
que los enviados de Jesús tendrán que satisfacer sus necesidades más
elementales, pero eso se resolverá gracias a la solidaridad humana, en la que
confía Jesús y en la que han de confiar los que le siguen. En cualquier caso,
el mensaje que se anuncia nunca podrá ser objeto de intercambio, nunca podrá
ser objeto de negocio: el mensaje de Jesús es totalmente gratuito.
Estos
son algunos rasgos que nos ayudarán a reconocer a los auténticos mensajeros: su
mensaje deberá estar respaldado por la comunidad que lo vive y por la opción
por la pobreza que su propia vida debe manifestar, sin olvidar el efecto,
libertad y alegría de vivir que producirá en nosotros.