JESÚS NOS INVITA A SER TESTIMONIO DE ESPERANZA


Domingo 20 de mayo
Pascua de Pentecostes
Juan 20,19-223

La Pascua de Pentecostés es la Pascua de los frutos. ¿Recordáis aquellas palabras que decía Jesús antes de su muerte, aquellas palabras que hablaban de cosechas, de frutos? Decía Jesús: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, si se deshace bajo tierra, da mucho fruto”.
Estamos ya por estas tierras con el verano a la vuelta de la esquina. Con los campos que tienen ya el aspecto distinto, el aspecto del momento de la cosecha. Como para hacernos comprender mejor aquellas palabras de Jesús: el grano caído en tierra ha dado verdaderamente mucho fruto.
Esto es lo que celebramos hoy. Celebramos el fruto exuberante que ha producido ese grano enterrado y muerto. Jesús es este grano, esta semilla que aceptó deshacerse, desaparecer bajo tierra, vivir la incertidumbre de la muerte, llegar a ser, en definitiva, un pobre condenado a muerte abandonado de todos. Él que había convertido su vida en una obra constante de amor.
Que el Espíritu de Jesucristo nos renueve. Que en esta Iglesia y en este mundo más bien triste en los que vivimos, nos convierta en testimonio de esperanza. Y que la Eucaristía que celebramos nos una, una vez más, con Jesucristo muerto y resucitado que nos alimenta y acompaña. Para que el grano de trigo dé todo su fruto.