MARÍA, COMPROMETIDA CON EL MENSAJE DE NUESTRO PADRE

Martes 8 de diciembre
Día de la Inmaculada
Lucas 1, 26-38.

En este tiempo de adviento en el que nos estamos preparando para el nacimiento de Jesús, es lógico dedicarle un tiempo a la que va a ser su madre, la Virgen María, personaje importantísimo en este tiempo, no solo por su maternidad, sino por su condición de discípula. Este texto del evangelio (la anunciación) es conocido por todos, seguro que lo hemos leído y escuchado más de una vez. Pero lo bonito de acercarse a la Palabra de Dios con sencillez es que siempre nos sorprende, porque nunca se agota. Dios siempre tiene algo que decirnos, aunque nos sepamos el texto de memoria.
María es la mujer creyente que nos dice con su vida que el proyecto de Dios es posible hacerlo vida, que no hace falta ser súper-hombres o súper-mujeres para ser cristianos, para ser discípulos, sino simplemente confiar, tener fe, abrirnos a Dios y dejar que Él HAGA lo que tenga que hacer. Sabemos que eso no es fácil, porque tenemos nuestras resistencias. Pero María hoy nos sale al encuentro como modelo de discípula, como testimonio de vida. María es la discípula perfecta. Nosotros, a pesar de nuestras imperfeccione, también estamos llamados a responder como ella, como discípulos. Y Jesús con su ejemplo nos fortalece para que podamos hacerlo.

María, como discípula, paso también por el sufrimiento de ver a su hijo en la Cruz, de tener que enterrarlo como un malhechor. Pero también acogió con gozo, la primera, el anuncio de la resurrección y fue a compartirlo con los que ya eran también sus otros hijos, los apóstoles, la Iglesia. María se mantuvo unida a ellos, en la oración y en la fracción del pan. Y también permanece unida siempre a la Iglesia cuando celebramos la Eucaristía. Que María nos siga enseñando a responder en nuestra vida como discípulos de Jesús.