1.- Bajo su guía maternal nos conduce a estar cada vez más unidos a
su Hijo Jesús.
2.- María nos da la salud, es nuestra salud.
3.- María es madre y una madre se
preocupa sobre todo por la salud de sus hijos, sabe cuidarla siempre con amor
grande y tierno.
4. Es una mamá ayuda a los hijos a crecer y quiere que crezcan
bien, por ello los educa a no ceder a la pereza -que
también se deriva de un cierto bienestar – a no conformarse con una vida cómoda
que se contenta sólo con tener algunas cosas.
5.- Es la mamá cuida a los hijos para que crezcan más y
más, crezcan fuertes, capaces de
asumir responsabilidades, de asumir compromisos en la vida, de tender hacia
grandes ideales.
6.- La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos ayuda a
crecer humanamente y en la fe, a ser
fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de una manera
superficial, sino a vivir con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo
alto.
7.- Es una mamá además que piensa en la salud de sus hijos, educándolos
también a afrontar las dificultades de la vida. No se educa, no se cuida la salud evitando los
problemas, como si la vida fuera una autopista sin obstáculos. La mamá ayuda a
los hijos a mirar con realismo los problemas de la vida y a no perderse en
ellos, sino a afrontarlos con valentía, a no ser débiles, y saberlos superar,
en un sano equilibrio que una madre “siente” entre las áreas de seguridad y las
zonas de riesgo. Y esto una madre sabe hacerlo.
8.- Es una madre que lleva al hijo no siempre sobre el camino “seguro”,
porque de esta manera no puede crecer. Pero tampoco solamente sobre el riesgo,
porque es peligroso. Una madre sabe equilibrar estas cosas. Una vida sin retos no existe y un chico o una
chica que no sepa afrontarlos poniéndose en juego ¡no tiene columna vertebral!
9.- María ha vivido muchos momentos no fáciles en su vida, desde el
nacimiento de Jesús, cuando para ellos “no había lugar para ellos en el
albergue” (Lc 2, 7), hasta el Calvario (cfr. Jn 19, 25). Y como una buena madre está cerca de
nosotros, para que nunca perdamos el
valor ante las adversidades de la vida, ante nuestra debilidad, ante nuestros
pecados: nos da fuerza, nos muestra el
camino de su Hijo.
10.- Jesús en la cruz le dice a María, indicando a Juan: “¡Mujer, aquí
tienes a tu hijo!” y a Juan: “Aquí tienes a tu madre”(cfr. Jn 19, 26-27). En
este discípulo todos estamos representados: el Señor nos confía en las manos
llenas de amor y de ternura de la Madre, para que sintamos que nos sostiene al
afrontar y vencer las dificultades de nuestro camino humano y cristiano. A no
tener miedo de las dificultades. A afrontarlas con la ayuda de la madre
11.- Una buena mamá no sólo acompaña a los niños en el crecimiento, sin
evitar los problemas, los desafíos de la vida, una buena mamá
ayuda también a tomar las decisiones definitivas con libertad.
12.- María es maestra de la verdadera libertad. Donde reina la filosofía de lo provisorio, ¿qué
significa libertad? Por cierto, no es hacer todo lo que uno quiere, dejarse
dominar por las pasiones, pasar de una experiencia a otra sin discernimiento,
seguir las modas del momento. Libertad no significa, por así decirlo, tirar por
la ventana todo lo que no nos gusta. La libertad se
nos dona ¡para que sepamos optar por las cosas buenas en la vida!
13.- María como buena madre nos educa a ser, como Ella, capaces de tomar
decisiones definitivas, con aquella
libertad plena con la que respondió “sí” al plan de Dios para su vida (cfr. Lc
1, 38).
Queridos hermanos y hermanas, ¡qué difícil es, en nuestro tiempo, tomar
decisiones definitivas! Nos seduce lo provisorio. Somos víctimas
de una tendencia que nos empuja a lo efímero… ¡como si deseáramos permanecer
adolescentes para toda la vida! ¡No tengamos
miedo de los compromisos definitivos, de los compromisos que involucran y
abarcan toda la vida! ¡De esta manera, nuestra vida será fecunda! Y ¡esto es
libertad! Tener el coraje de tomar decisiones con grandeza.
14.- Toda la existencia de María es un himno a la
vida, un himno de amor a la vida: ha generado
a Jesús en la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el Calvario
y en el Cenáculo.
15.- María, la Salus Populi Romani, es la mamá que nos dona la salud en el
crecimiento, para afrontar y superar los problemas, en hacernos libres para las
opciones definitivas; la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a
la vida y a ser cada vez más fecundos en el bien, en la alegría, en la
esperanza, a no perder jamás la esperanza, a donar vida a los demás, vida
física y espiritual.
Danos, María, danos la
salud que sólo tú puedes donarnos,
para ser siempre
signos e instrumentos de vida