María es nuestra Madre, la causa de
nuestra alegría. Por ser Madre, yo jamás he tenido dificultad alguna en hablar
con María y en sentirme muy cercana a Ella.
A María, nuestra Madre, le
demostraremos nuestro amor trabajando por su Hijo Jesús, con Él y para Él.
Deberíamos hacer con los pobres lo que
hizo María con su prima Isabel: ponernos a su servicio.
Oigamos a María para que nos enseñe,
como hizo con su Hijo Jesús, a ser sensillos y humildes de corazón, y de esta
manera comprometernos con el mensaje de Jesús.