El que quiera venirse
conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno
quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué
podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles,
con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
Una de las realidades más importantes de la persona, es el enamorarse. hay algunos/as que lo han
buscado ansiosamente y no lo han conseguido. Partían de actitudes equivocadas.
Deseaban alcanzarlo para gozo exclusivo y personal. Otros, del
género masculino o femenino, el día menos pensado, se han sentido amados
apasionadamente y se han dejado amar. El fenómeno ha tenido consecuencias en
todo su ser. Han sido incapaces de pensar en otra cosa, han perdido el sueño y
el hambre, no han podido concentrase en el estudio, ¡cuántas cosas nota uno
cuando está inicialmente enamorado!
El evangelio continúa, de alguna
manera, la narración ofrecida el pasado domingo. Están de vuelta y el Maestro
se atreve a desvelarles un poco su futuro. Ellos de ninguna manera lo aceptan.
Nosotros, cuando se nos explica el Evangelio sin recortes y nos damos cuenta de
que sus enseñanzas chocan con nuestros hábitos burgueses capitalistas, también
con frecuencia nos sublevamos. Ser cristianos mediocres, ya está bien, pero eso
de ser santos, de ninguna manera. Comportarnos ejemplarmente a los ojos del
vecindario, está bien, pero incomodarnos e incomodar a los demás, eso sí que
no.