NO TENGAMOS MIEDO DE VOLVER, JESÚS NOS ESPERA.

Domingo 31 de marzo
4º de Cuaresma
Lucas 15, 1-3.11-32
La parábola del hijo pródigo describe de manera admirable el itinerario que un hombre o una mujer puede seguir para rehacer su vida. Lo primero es experimentar el vacío y la insatisfacción que, tarde o temprano, provoca en nosotros una sin compromisos.
Tomar conciencia de que estamos malgastando y desaprovechando nuestra vida. Pararnos y preguntarnos: ¿Es esto todo lo que quiero vivir? ¿Es este el tipo de convivencia con los demás que quiero vivir?
Quizá sea ésta la experiencia más importante para desencadenar un proceso de conversión y sanación de nuestro ser, aunque también puede ser la experiencia más difícil en una sociedad que nos empuja casi siempre a vivir de manera pasiva
e intrascendente. Pero, ¿a qué queda reducida una persona si no es capaz de plantearse en serio su vida? En segundo lugar, es necesario adoptar una postura de búsqueda sincera. Buscar la verdad en nuestra vida. No engañarnos miserablemente a nosotros mismos. No vivir permanentemente en la mentira, la ambigüedad o la división interior. Sólo quien vive reconciliado consigo mismo y es fiel a su propia conciencia puede vivir de manera sana y gozosa.
Pero no basta reflexionar, ni siquiera añorar una vida mejor y más humana. Nuestra vida no cambia por el hecho de que veamos y sintamos las cosas de manera distinta. Todo eso es importante y necesario, pero hemos de dar un paso más. En algún momento, hay que tomar una decisión. Sanar nuestra vida significa ponernos en camino de vivir de manera más plena, de ser más personas, de recuperar nuestra dignidad, introduciendo una calidad nueva en nuestro vivir diario.
LA PALABRA DE JESÚS NOS TIENE QUE PONER EN MARCHA
Domingo 24 de marzo
3º de Cuaresma
Lucas 13,1-9
Lo
que necesitamos hoy en la Iglesia no es solo introducir pequeñas reformas,
dejar pasar el tiempo o cuidar la adaptación a nuestros tiempos y a nuestros
intereses. Necesitamos una conversación en un nivel más profundo, un «corazón
nuevo», una respuesta responsable y decidida a la llamada de Jesús.
Hemos
de reaccionar antes de que sea tarde. Jesús está vivo en medio de nosotros.
Como el encargado de la viña, él cuida de nuestras comunidades cristianas, cada
vez más frágiles y vulnerables. Él nos alimenta con su Evangelio, nos sostiene
con su Espíritu.
Hemos
de mirar el futuro con esperanza, al mismo tiempo que vamos creando ese clima
nuevo de conversión y renovación que necesitamos tanto y que los decretos del
Concilio Vaticano no han podido hasta ahora consolidar en la Iglesia.
PARA ENTENDER A JESÚS TENEMOS QUE ESCUCHARLO DESDE NUESTRO INTERIOR
Domingo 17 de marzo
2º de Cuaresma
Lucas 9,28b-36
2º de Cuaresma
Lucas 9,28b-36
Para ser ejemplo de Jesús en la sociedad de hoy necesitamos urgentemente «interiorizar» nuestra religión si queremos reavivar nuestra fe. No basta oír el Evangelio de manera distraída, rutinaria y gastada, sin deseo alguno de escuchar. No basta tampoco una escucha inteligente preocupada solo de entender.
Necesitamos escuchar a Jesús vivo en lo más íntimo de nuestro ser. Todos, predicadores y pueblo fiel, teólogos y lectores, necesitamos escuchar su Buena Noticia de Dios, no desde fuera sino desde dentro. Dejar que sus palabras desciendan de nuestras cabezas hasta el corazón. Nuestra fe sería más fuerte, más comprometida, más contagiosa.
NO CAER EN LAS TENTACIONES DE CADA DÍA NOS HARÁ MÁS FUERTE
Domingo 10 de marzo
1º de Cuaresma
Lucas 4, 1-13
Cada uno
de nosotras y nosotros tenemos tentaciones pensar solo en nuestro pan y
preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis. Nos olvidamos del mensaje de
Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo todo, y olvidamos el drama, los
miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo.
También
hoy se despierta en algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el
poder que ha tenido la Iglesia en tiempos pasados. Nos olvidamos de Jesús
cuando presionamos las conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras
creencias. Nos ponemos al lado de Jesús cuando trabajamos por los más necesitados
solidarizándonos con ellos y con las mujeres que sufren porque los hombres nos
sentimos superiores.
Le
damos la espalda a Jesús cuando utilizamos a Jesús en beneficio propio. Nuestra
exhibición no revela la grandeza de Dios. Solo cuando nos ponemos al servicio
de los más necesitados compartimos el amor que Jesús.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)