Domingo 9 de julio
14 del tiempo ordinario
Mateo 11,25-30
El proyecto de Jesús tiene sus exigencias; pero éstas no son un yugo insoportable que esclavice al hombre, sino un compromiso que debe ser libremente aceptado y que, al mismo tiempo, es liberador: «Acercaos a mi todos los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde: encontraréis vuestro respiro, pues mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
No es la ciencia, la inteligencia humana, lo que es incompatible con el mensaje de Jesús; es la utilización de estas facultades para engañar y oprimir a los sencillos lo que incapacita a los hombres para conocer a un Dios que, además de liberador, quiere ser Padre.
No es la fe enemiga del saber; lo es de la sabiduría que se utiliza para engañar, dominar, humillar, adormecer, infantilizar…; para explotar a los pobres. Lo es la sabiduría que se opone no a la necedad, sino a la sencillez; porque eso no es conocimiento, sino soberbia; no es ciencia, sino malas artes, incompatibles con el que, en un obrero, quiso ser Dios con nosotros.