Domingo 18 de octubre
29 del tiempo ordinario
Marcos 10-35,45
La publicidad, por su parte, pretende marcar qué intereses hemos
de tener y hacia dónde hemos de dirigir nuestros gustos y apetencias. Y de la
misma manera que la moda decide cómo hemos de vestir, las corrientes culturales
nos dictan cómo hemos de pensar, qué hemos de sentir y amar o cómo hemos de
valorar los diversos aspectos de la vida.
Al mismo tiempo, cada uno se esfuerza por cumplir lo mejor
posible su rol para funcionar ágilmente en esta sociedad. Y uno aprende a ser
un buen vendedor, un empleado eficaz o un profesor estimado, aunque su
verdadera personalidad se diluya detrás de una máscara.
Es difícil no dejarse vivir desde fuera. Pero el camino de una
maduración personal no es aceptar como criterio algo tan postmoderno como el me
apetece o me gusta; ésa puede ser la manera más ingenua de abandonarse al
zarandeo de cualquier moda cambiante. Lo más importante es plantearse desde
dónde quiero vivir, a quién o a qué le doy poder para decidir mi vida.
Lo más importante en la vida no es tener
éxito, y superar a los demás. Lo verdaderamente decisivo es ser auténtico y
saber crecer como ser humano.
Según Jesús, el que quiera ser grande, tiene
que renunciar a su deseo de poder sobre los demás y aprender sencillamente a
servir desde una postura de amor fraterno.