¿UTILIZAMOS A JESÚS Y A LA IGLESIA EN BENEFICIO PROPIO?


Domingo 4 de marzo
3º de cuaresma
Juan 2,13-25

Dios no cabe entre cuatro paredes por mucho que en el transcurso de los siglos lo hayan intentado encerrar los manipuladores de la fe de los pueblos. Dios solo cabe en el hombre; en el hombre que, por amor, entrega y gasta la vida por la libertad de sus semejantes. Y en los grupos de hombres en los que ese amor es la característica que los identifica.
A veces imaginamos un Jesús absolutamente pacífico. Pero hoy hemos leído una narración en la que Jesús se muestra claramente enérgico, activo. De ello no podemos deducir que fuera partidario de la violencia, pero sí que ante ciertos hechos Jesús, ni se limitaba a hablar, sino que actuaba con fuerza, con eficacia.
Pero la actuación de Jesús va más allá. Si no tolera que la relación de amor entre Dios y el hombre se prostituya en negocio interesado, sin embargo, no se limita a esta purificación.
Jesús está también en cada uno de nosotros, por eso somos templos de Dios, como dice san Pablo. Y por eso oprimir, despreciar, maltratar a un hombre, es un sacrilegio, porque cada hombre es templo de Dios. Es en el hombre en quien es oprimido, despreciado, maltratado un Dios que está presente en el hombre.
Cada persona, toda persona es templo de Dios. Es en nuestra relación con los demás donde manifestamos nuestra auténtica relación con Dios.