Domingo 11 de marzo
4º de Cuaresma
Juan 3,14-21
“Todo
el que obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no
verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la
luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.
No
deja lugar para la indiferencia. O se acepta o se niega el amor de Dios. O se
nace del espíritu o seguiremos viviendo según nuestros instintos buscando
nuestros intereses egoístas.
El
que de alguna manera se aprovecha u oprime a sus hermanos no puede aceptar la
luz, caminará en las tinieblas y esa es su condenación. Permanecerá en las
tinieblas. Sólo el que practica la lealtad, el que realiza la verdad, podrá
caminar en la luz y alcanzará la plenitud de la Vida.
Realizar
la verdad no significa no equivocarse, significa ser leal. Y somos leales
cuando nos sentimos amados por Dios y somos capaces de amar a los demás, más
allá de los defectos y limitaciones que todos tenemos.
Ser
luz
Como
cristianos y como Iglesia estamos llamados a ser luz del mundo. A decir con
nuestra vida a todo hombre y mujer que valen más de lo que piensan y por eso
son amados por Dios.
Para poder cumplir nuestra misión tenemos que dejar
de actuar en nombre de un Dios-juez para actuar en nombre de un Dios-amante.
Quizás sea ese el nacimiento nuevo que a todos se nos pide en este tiempo de
Cuaresma.