El mensaje del evangelio de hoy –la resurrección
de Lázaro- es una invitación a superar todo tipo de miedo, incluido el miedo a
la muerte. Sólo entonces alcanzaremos la libertad necesaria para ser nosotros
mismos en la vida de cada día.
“En
un mundo como el que nos toca vivir, donde la rentabilidad se ha erigido
en nueva divinidad que hay que adorar, todo es prácticamente objeto de
explotación, no solo, como era de esperar, eso que llamamos “naturaleza”,
sino incluso la persona humana misma, su trabajo, su vanidad, su egoísmo,
su ambición, su erotismo, sus necesidades…. hasta su miedo. ¡Qué renta
tan fabulosa se obtiene diariamente del miedo de los hombres! Por miedo a
perder un sueldo, un empleo, un nombre, un prestigio, una popularidad; por
miedo a perder la vida… renunciamos a ser lo que somos (hombres libres) y
nos vendemos como esclavos: nos vemos constreñidos a llevar a cabo
acciones injustas, degradantes, indignas. Sería incontable el número de
los que tienen sellados los labios con oro, o las manos atadas con
amenazas, o seco de miedo el corazón. A veces suspiramos: “Ah, si pudiese
hablar…, si yo dijese todo lo que sé…; si contase lo que yo he visto con mis
propios ojos”. ¡Pero no hablaremos!
Tenemos miedo. Mucho miedo. Miedo a todo. Miedo a
morir. Y preferimos no pensar en la injusticia que sufre el prójimo.
Preferimos no saber la mentira con que engañan al
vecino, no denunciar la opresión que padece el
compañero, cerrar los ojos al hambre del hermano.