Domingo 30 de septiembre
26º del tiempo ordinario
Marcos 9, 38-43.45.47-48
un tiempo a escuchar las peticiones de sus súbditos. Y cada día un hombre bueno, vestido de mendigo, se acercaba al rey y le ofrecía una fruta muy madura. El rey la recibía y se la entregaba al tesorero que estaba detrás del trono.
Un día, al cabo de muchos años de repetirse este gesto, un mono del palacio vino a sentarse en un brazo del sillón del trono. El mendigo acababa de ofrecer al rey su fruta y éste se la dio al mono. Cuando éste la mordió una joya de mucho valor cayó al suelo.
El rey, maravillado, le preguntó al tesorero qué había sido de las otras. El tesorero no respondió porque había tirado las frutas por la ventana a un patio interior.
El tesorero corrió al patio y allí, en el suelo, encontró las frutas ya podridas y un montón de joyas preciosas.
Un mono –gracias a un mono- que se atrevió a morder la fruta se descubrió el tesoro que le regalaba, cada día, un hombre bueno.
Hermoso cuento que vamos a descifrar a la luz del evangelio.
El hombre bueno, vestido de mendigo, es Jesús que nos ofrece día tras día la fruta del amor. Jesús es el hombre bueno que, vestido con nuestra carne, nuestros sufrimientos y nuestra debilidad, nos ofrece la fruta del perdón, del servicio y de su vida entera para hacernos nuevos y felices.
El rey, maravillado, le preguntó al tesorero qué había sido de las otras. El tesorero no respondió porque había tirado las frutas por la ventana a un patio interior.
El tesorero corrió al patio y allí, en el suelo, encontró las frutas ya podridas y un montón de joyas preciosas.
Un mono –gracias a un mono- que se atrevió a morder la fruta se descubrió el tesoro que le regalaba, cada día, un hombre bueno.
Hermoso cuento que vamos a descifrar a la luz del evangelio.
El hombre bueno, vestido de mendigo, es Jesús que nos ofrece día tras día la fruta del amor. Jesús es el hombre bueno que, vestido con nuestra carne, nuestros sufrimientos y nuestra debilidad, nos ofrece la fruta del perdón, del servicio y de su vida entera para hacernos nuevos y felices.
Lo que tenemos que cortar y excluir no es a los seres humanos que piensan diferente y hacen el bien desde otro ángulo. Lo que tenemos que cortar es todo aquello que nos conduce a la muerte: el escándalo de una vida injusta y la acumulación de riquezas a expensas de la explotación del pobre. El lujo, la satisfacción desmedida de necesidades creadas, con el fruto de la trampa, la codicia, del no pago o del pago miserable a los empleados, la condena y el asesinato del inocente.
Marcos, en el evangelio de hoy nos da un antídoto contra este complejo.
"No es uno de los nuestros", "le dijimos que se callara".
Se creen propietarios de la evangelización. Pero no deja de ser irónica la postura de los discípulos ya que acaban de comprobar que no pudieron echar un demonio, mientras que un extraño lo ha conseguido.
Jesús, siempre más grande que nosotros y más abierto a todos que nosotros, nos invita a acoger otras teologías y metodologías. El culto siempre tiende a uniformizar pero el cristianismo auténtico acoge y celebra la diversidad en la continuidad y la común fe.
"El que no está contra nosotros está con nosotros".
"No es uno de los nuestros", "le dijimos que se callara".
Se creen propietarios de la evangelización. Pero no deja de ser irónica la postura de los discípulos ya que acaban de comprobar que no pudieron echar un demonio, mientras que un extraño lo ha conseguido.
Jesús, siempre más grande que nosotros y más abierto a todos que nosotros, nos invita a acoger otras teologías y metodologías. El culto siempre tiende a uniformizar pero el cristianismo auténtico acoge y celebra la diversidad en la continuidad y la común fe.
"El que no está contra nosotros está con nosotros".