JESÚS NOS INVITA A ABRIR NUESTRO CORAZÓN

Domingo 9 de septiembre
 23º del tiempo ordinario
Marcos 7,31-37

Cuántos hombres y mujeres necesitan hoy escuchar las palabras de Jesús al sordomudo: «Ábrete». No es casualidad que se narren en los evangelios tantas curaciones de ciegos y sordos. Son una invitación a que abramos nuestros ojos y nuestros oídos para acoger el evangelio de Jesús y la salvación que se nos ofrece desde Dios.
También a nosotros se nos hace una invitación a abrirnos. Sin duda, las causas de la incomunicación, el aislamiento y la soledad creciente entre nosotros son muy diversas. Pero, casi siempre tienen su raíz en nuestro egoísmo.
Cuando actuamos egoístamente, nos alejamos de los demás, nos separamos de la vida y nos encerramos en nosotros mismos. Queriendo defender nuestra propia libertad e independencia con celo exagerado, caemos en un aislamiento y soledad cada vez mayor.
Tenemos que aprender, sin duda, nuevas técnicas de comunicación en la sociedad moderna. Pero debemos aprender antes que nada a abrirnos a la amistad y al amor verdadero. Tenemos que ser solidarios.
El egoísmo, la desconfianza y la insolidaridad son también hoy lo que más nos separa y aísla a unos de otros. Por ello la conversión al amor es camino indispensable para escapar de la soledad.
El que se abre al amor al Padre y a los hermanos, no está solo.
El que escucha la Palabra de Dios y tiende su mano cariñosa al hermano, no está solo.
Es  lo que nos enseña Jesús en este evangelio de hoy.