Domingo 1 de julio
8º del tiempo ordinario
Marcos 5,21-43
Día de la conducción responsable
Según
lo que hemos leído en el evangelio de hoy, Jesús necesitaba una cosa para poder
actuar, para poder curar: necesitaba que quienes pedían tuvieran fe. Le dice a
Jairo: “No temas, basta que tengas fe”. Y a aquella afligida mujer le dice
incluso: “tu fe te ha curado” (no yo, tu fe). Y el próximo domingo leeremos que
en su pueblo no pudo hacer milagros porque no encontró fe.
Pero,
¿de qué fe se trata? Simplificando podríamos decir que no se trata de recitar
el Credo (Jesús, a quienes curaba, no les pedía que formularan su fe).
Probablemente, la mayoría de quienes fueron curados por Jesús no creían -no
sabían- que él era el Hijo de Dios, que El era Dios hecho hombre. No se trata
de esta fe. La fe que pedía Jesús para curar era una gran confianza en la
bondad de Dios, en que Dios quería que se curaran, en que Dios es el Padre de
la vida y quiere vida para todos. Y que este gran anuncio -que es el anuncio
del Reino de Dios- se realizaba por Jesús.
Y
esta fe en la bondad de Dios, creador de la vida, amante de la vida, que sufre
por el dolor de quienes sufren, esta fe que nosotros hemos recibido de
Jesucristo, que nosotros identificamos con Jesucristo, es lo que cada domingo,
en la misa, renovamos y celebramos y pedimos que sea más viva en nosotros. Para
que así podamos ayudarnos, cada día, unos a los otros.
FELIZ LLEGADA Y REGRESO DE VACACIONES