CRISTIANO ES EL QUE DA LA MANO AL OTRO

Domingo 4 de febrero
5º del tiempo ordinario
Marcos 1,29-39

 “Cristiano es el que da la mano. El que no da la mano, ése no es cristiano, y poco importa lo que pueda hacer con esa mano libre”
Vivimos amontonados, pero unos lejos de otros. La distancia con el otro no la medimos en metros o kilómetros. La distancia con el otro se mide con el corazón.
Acercarnos a los sanos es cosa buena.
Acercarnos al que vive encerrado en su soledad, porque no tiene a nadie.
Acercarnos al que está enfermo y hasta puede ser contagioso.
Acercarnos al que sufre porque le falta todo.
Acercarnos al que todos dejan solo porque no es importante.
No esperar a que sea él quien se acerque a nosotros, sino que seamos nosotros quienes nos acercamos a él.

Tomar de la mano a alguien, ya es acortar las distancias entre los dos.
Tomar de la mano a alguien, es abrir la puerta del corazón e invitar al otro a entrar.
Tomar de la mano a alguien, es decirle tú eres mi amigo.
Tomar de la mano a alguien, es decirle tú eres importante para mí.
Nunca las manos son más cristianas que cuando toman la mano del otro, sobre todo del que sufre.
Tomar de la mano al que ha caído, para que se levante.
Tomar de la mano al débil, para que pueda ponerse en pie.
Tomar de la mano al que te ha ofendido, para que sienta tu perdón, y se levante.
Tomar de la mano al que te hirió, para expresarle que no estás enojado, y se levante.

Tomar de la mano al que te pide limosna, para que te sienta hermano, y se levante.