Domingo 26 de junio
13 del tiempo ordinario
Lucas 9,51-62
Las
exigencias de Jesucristo son radicales. Pero también nos dice el evangelio que
quienes de hecho le seguían (los apóstoles, las mujeres que iban con él, los
otros discípulos…) no eran héroes ni ejemplos de perfección.
Jesucristo no exige que Pedro o Juan o
Santiago o cualquiera de quienes le siguen se transformen en un momento en
héroes o en seres perfectos. Pero lo que sí exige es que no pongan condiciones
para seguirle, que no se reserven nada. Es decir que confíen ilimitadamente en
él, que estén dispuestos a dejarse transformar por él…
Éste es seguramente nuestro problema: que hay
zonas en nuestra vida que queremos reservarnos para nosotros, que aceptamos a
Jesús juntamente con otro montón de cosas, y muchas veces al mismo nivel o,
incluso aceptamos a Jesús por debajo de otros valores. Y le ponemos condiciones:
En
esto o en aquello, que ni Jesús, ni la religión, ni la fe se metan…
Y así
nos encontramos con muchos creyentes que han compaginado su vida cristiana, con
una vida consumista y despilfarradora en la que únicamente buscan el disfrute
personal, olvidando la exigencia radical de la generosidad y del compartir. Nos
encontramos con cristianos que compaginan su vida cristiana con una vida en la
que se busca el placer, y en la que se utiliza a los demás como objetos que nos
producen ese placer…Nos encontramos con cristianos que dirigen los pueblos que
compaginan su fe, con las bofetadas más descaradas a los más elementales
derechos humanos… Nos encontramos con países cristianos…que compaginan su fe
con una vida cada vez con más necesidades creadas por nuestro mundo
consumista…y que olvida que hay otro montón de gentes que no tienen lo más
elemental.
Que nos dejemos transformar por él en esas
zonas que aún tenemos reservadas y por las que no termina de circular su savia…