Domingo de resurrección
Juan 20,1-9
Jesús ha resucitado, es el saludo de alegría que nos
trasmite hoy la liturgia con palabras del evangelio: María Magdalena tiene el
valor de ser la única que está allí, donde era peligroso estar. Cuando los
amigos de Jesús se han dispersado con miedo, esta mujer pasa la noche buscando
a Jesús en el duelo de su muerte. María Magdalena ama, tiene esperanza.
El
destino de Jesús ilumina nuestro destino. Su vida en plenitud en Dios ilumina
nuestra vida, nos abre un nuevo ámbito, la vida con Dios, que significa que
todos nuestros problemas, padecimientos, dolores, enfermedades, muerte, con los
que nos enfrentamos no tienen la última palabra.
Nuestra
fe es creer que el Dios que resucitó a Jesús, nos resucitará también a
nosotros. Cada uno de nosotros podemos escuchar en la intimidad de nuestro ser
las palabras luminosas que pone el Apocalipsis en boca de Jesús: “Yo he abierto
ante ti una puerta que nadie puede cerrar”
Creer en Jesús resucitado es también creer
que Jesús, lleno de fuerza y creatividad, impulsa la vida de la humanidad hacia
su último destino, hacia la configuración del Reino de Dios. Es tener la
experiencia personal de que hoy, aunque sigan en nuestro mundo la violencia, la
crueldad, la pobreza y la injusticia, la última palabra la tiene el Resucitado,
Señor de la vida y de la muerte, que vela por todos y espera que trabajemos por
la justicia, la paz, la hermandad.
Llevamos dentro de nuestro corazón la alegría
de la resurrección, el espíritu del resucitado, y por eso hemos de enfrentarnos
a tanta insensatez que arranca a las personas la dignidad, la alegría y la vida. Hemos de sentir y compartir
las desgracias y penas de los que sufren, como las compartía Jesús
Vivamos así el gozo de la Pascua, unidos
conscientemente a Jesús que impulsa nuestra vida hacia su plenitud. Jesús
resucitado es nuestra esperanza, la esperanza que nos abre a nuestro destino
más maravilloso, Él también espera nuestro compromiso, poner nuestra persona,
nuestra vida como Él puso la suya por la realización de los ideales que Él
vivió. Él es el Camino que seguimos. Es nuestro hermano. Vivamos así el gozo y
la esperanza de la Pascua.