Domingo 19 de enero
2º del tiempo ordinario
Juan 1,29-34
Ya
sé que no está de moda hablar del “pecado”.
Dice
el Sr. J. Jáuregui: “Pecar es renunciar a ser humanos, dar la espalda a la
verdad, llenar nuestra vida de oscuridad. Pecar es matar la esperanza, apagar
nuestra alegría interior, dar muerte a la vida. Pecar es aislarnos de los
demás, hundirnos en la soledad. Pecar es contaminar la vida, hacer un mundo
injusto e inhumano, destruir la fiesta y la fraternidad.
Por
eso, cuando Juan nos presenta a Jesús como «el que quita el pecado del mundo»,
no está pensando en una acción moralizante, una especie de «saneamiento de
costumbres». Está anunciándonos que Jesús está de nuestro lado frente al mal.
Que Jesús nos ofrece la posibilidad de liberarnos de nuestra tristeza, infelicidad
e injusticia. Que Jesús nos ofrece su amor, su apoyo, su alegría, para
liberarnos del mal”
Me
tomo la libertad de hacer mía la frase del Sr. Jáuregui: el pecado es:
“destruir la fiesta y la fraternidad”.
Estamos
construyendo un mundo donde hay más lugar para el sufrimiento que para la
fiesta, donde hay más espacio y medios para el enfrentamiento que para la
fraternidad.
Ese
es el pecado del mundo que Jesús vino a quitar… que nosotros debemos erradicar
de nuestra sociedad.
Tu
pasado déjalo en manos de la misericordia de Jesús, tu futuro confíalo a la
bondad de Jesús, tu presente dedícalo a hacer un mundo más festivo y fraterno
en el que todos puedan participar.
¡Sé
feliz y procura que todos sean felices!