Domingo 7 de abril
5º de cuaresma
Juan 8,1-11
Los
acusadores solo están pensando en el pecado de la mujer y en la condena de la
Ley. Jesús cambiará la perspectiva. Pondrá a los acusadores ante su propio
pecado.
Todos
necesitamos pedir perdón a Jesús de nuestras debilidades.
Como
le siguen insistiendo cada vez más, Jesús se incorpora y les dice: «Aquel de
vosotros que no tenga pecado, puede tirarle la primera piedra». ¿Quiénes sois
vosotros para condenar a muerte a esa mujer, olvidando vuestros propios pecados
y vuestra necesidad del perdón?
Los
acusadores se van retirando uno tras otro. Jesús apunta hacia una convivencia
donde la pena de muerte no puede ser la última palabra sobre un ser humano. Más
adelante, Jesús dirá solemnemente: «Yo no he venido para juzgar al mundo sino
para salvarlo».
El
diálogo de Jesús con la mujer arroja nueva luz sobre su actuación. Los
acusadores se han retirado, pero la mujer no se ha movido. Parece que necesita
escuchar una última palabra de Jesús. No se siente todavía liberada. Jesús le
dice: «Tampoco yo te condeno. Vete y, en adelante no peques más».
Le
ofrece su perdón, y, al mismo tiempo, le invita a ser fuerte a partir de ahora.
El perdón de Jesús no anula la
responsabilidad, sino que exige nacer a una nueva forma de vivir.