JESÚS NOS AMO PRIMERO, DESPUÉS NOS MANDO AMARNOS


Domingo 8 de mayo
6º de Pascua
Juan 15,9-17

“Esto os mando: que os améis”. Con estas precisas y preciosas palabras termina el evangelio, que acabamos de escuchar. Con esas mismas palabras se despidió Jesús de sus discípulos durante la última cena, momentos antes de subir a la cruz para resucitar. La solemnidad del momento en que nos dio Jesús su mandamiento de amarnos, demuestra bien a las claras que es su última voluntad, la misión que nos encomienda con urgencia y con todas las prioridades. Por eso insiste una y otra vez, como para que no pase inadvertido ni sea relegado a segundo plano.
“Nadie tiene mayor amor que el que da la vida”. Ése es el límite del amor cristiano, a él debemos tender y aspirar, no podemos conformarnos con un amor menor, no seríamos buenos seguidores de Jesús. Jesús ha puesto tan alta la cota, para que no caigamos en lo que tantas veces caemos, en las ridículas prácticas de tantas caridades vergonzosas. Jesús pudo poner bien alta la mira, porque él mismo estaba a punto de hacer lo que nos mandaba hacer.
Estamos llamados a vivir en el amor. Siendo solidarios con los últimos, dándoles lugar en nuestra sociedad y en nuestras comunidades. Y también sabiendo aprender de las riquezas que ellos nos aportan, porque a veces son más humanos que nosotros mismos.