Domingo 12 de noviembre
32 del tiempo ordinario
Mateo 25,1-13
Digo todo esto hablando con criterios simplemente humanos. Pero
es que además, para reforzar todo eso, los cristianos tenemos ante nuestros
ojos el ejemplo de Jesús. ¿Creéis vosotros que Él actuó sensatamente? ¿Creéis
que su actuación en el mundo no fue una necedad? Si alguno de vuestros hijos, o
algún conocido, empezara a meterse en los líos en que Jesús se metió, ¿qué le
diríamos?: “¿Pero qué
haces? ¡Tú estás loco! ¿No ves que vas a terminar mal?”. Y es
verdad: Jesús terminó mal, terminó colgado en una cruz.
Pero es verdad también que si nos hubiera escuchado a
nosotros, ahora no estaríamos aquí reunidos celebrando la Eucaristía como
memoria suya, como memoria de aquella locura suya… ¡Menos mal que la sensatez
era distinta de la nuestra!
Pidamos hoy, este domingo, que se nos meta dentro la sensatez de
Jesús. Que sepamos darnos cuenta de que lo sensato es trabajar en cada instante
para vivir la fidelidad al Evangelio. Y que lo necio es precisamente no
hacerlo.