Domingo 23,1-12
31 del tiempo ordinario
Mateo 23,1-2
Todo
cristiano, por tanto, aunque formalmente no diga nada, en realidad sí que dice.
Y por ello él también es objeto de la dura crítica de Jesús si además de decir
no hace. El cristiano que no vive como tal, no sólo es incoherente consigo
mismo y ante Dios. El cristiano que no vive como tal está desacreditando la fe,
está desacreditando a Jesús. Y ese “hacer” deberá notarse, por encima de todo,
en todo aquello que afecte a la vida de los demás, todo aquello en lo que los
demás puedan experimentar que el estilo de Jesús se hace realidad.
Y
tienen derecho a criticarnos
A
veces hay cristianos que cuando en la parroquia o en la Iglesia ocurre algo
criticable y algunos de fuera lo critican, se enfadan y dicen que los de fuera
no se metan en lo que no les importa, o que “los políticos hacen igual”, o
cosas por el estilo.
Este
planteamiento es equivocado. Los cristianos presentamos un modelo de vida
valioso, distinto, basado en valores muy altos. Y los no creyentes tienen
derecho a esperar de nosotros que sigamos este modelo. Y si no lo seguimos,
tienen derecho a criticarnos porque, por decirlo así, “los hemos engañado”. Nos
critican porque no hacemos lo que decimos.
Y
muy en el fondo, cuando los cristianos o la Iglesia somos criticados porque no
seguimos el estilo del Evangelio, significa que este estilo es considerado como
una aportación importante para la humanidad, como una aportación que, por
nuestra culpa, se pierde.