Los discípulos van de camino a
Jerusalén, saben del riesgo que les aguarda en la ciudad, rompen el diálogo con
Jesús: “¿Cómo nos salvamos?, ¿Tú eres el salvador?” La pregunta nos la habremos
planteado nosotros muchas veces.
Muchos pensarán que al ser cristianos de
toda la vida, al haber cumplido los mandamientos de Dios y de la Iglesia (si
eso se puede decir), y de haber sido muy clericales… se alcanzará la salvación,
pero el dueño de la parábola asegura que no los conoce”, les responde Jesús.
Nuestra confusión proviene de nuestro
convencimiento de que estamos con Dios, con Jesús, con el evangelio, con la
Iglesia, pero en realidad hemos estado interesados en nosotros mismos y en
nuestra salvación. Es lo que la parábola pone de manifiesto.
esús dice que podemos buscar la verdadera
salvación con las actitudes de cada persona en nuestra vida real. También con
las pequeñas acciones por oposición a quienes dominan con su poder. Así lo dice
Jesús, “la misma salvación es posible para todos los humanos de todas edades,
culturas, razas cuando des un banquete, cuando se invita a pobres, lisiados,
cojos y ciegos”.
Jesús nos llama a todos a una vida responsable y digna, a un estilo de vivir que conduce a la plenitud de la justicia, y dice que esta puerta es estrecha. La puerta estrecha, no apunta a un moralismo co-accionante, sino a lucidez y responsabilidad de quien, desde su conciencia personal, se esfuerza por ser fiel a Dios en las pruebas de la vida, a ser fiel a los principios evangélicos y se esfuerza en hacer suya la invitación de seguir a Cristo como él vivió. Es el camino de la solidaridad, fraternidad y servicio al hermano frente al egoísmo, la agresividad y la violencia. Es el camino resumido por Jesús en las bienaventuranzas.
Jesús nos llama a todos a una vida responsable y digna, a un estilo de vivir que conduce a la plenitud de la justicia, y dice que esta puerta es estrecha. La puerta estrecha, no apunta a un moralismo co-accionante, sino a lucidez y responsabilidad de quien, desde su conciencia personal, se esfuerza por ser fiel a Dios en las pruebas de la vida, a ser fiel a los principios evangélicos y se esfuerza en hacer suya la invitación de seguir a Cristo como él vivió. Es el camino de la solidaridad, fraternidad y servicio al hermano frente al egoísmo, la agresividad y la violencia. Es el camino resumido por Jesús en las bienaventuranzas.
Debemos aprender a recibir la salvación como
una gracia de Dios, como un regalo, y a estar dispuestos a compartir este don
con todos los hombres de cualquier clase y religión “otros vendrán”…No es una
cuestión de número, sino de generosidad.