Domingo 23 de agosto
21 del tiempo ordinario
San Juan 6,61-70
Se nos presenta una
escena cargada de dramatismo que recoge las últimas palabras del discurso de
Jesús sobre el Pan de Vida y su diálogo con sus discípulos narrado en el
evangelio de Juan.
Las gentes que
escuchan a Jesús, que le siguen días y días, a las que Él ha alimentado de modo
tan extraordinario, no aceptan ya sus palabras, le critican con dureza y se
marchan, también le abandonan algunos de sus discípulos que han convivido con
Él, a los que ha iniciado en las primeras tareas apostólicas entre las gentes
de aquellos poblados para ayudarles a vivir. El grupo de seguidores de Jesús
comienza a disminuir. Jesús no los retiene, les deja en plena libertad, no
pronuncia ningún juicio contra nadie. Solamente hace una pregunta amarga a los
que aún se han quedan junto a Él: “¿También vosotros queréis marcharos?”. Simón
le contesta: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida
eterna”. Una breve reflexión ante esta escena del evangelio de Juan.
Hoy, como ayer, unos
se adhieren incondicionalmente a Jesús, otros se alejan, otros afirman seguirle
a su manera.
Seguir a Jesús es
acoger su palabra, acoger su espíritu, vivir nuestra vida conforme a sus
valores, es una decisión personal, vemos en esta página del evangelio de Juan que Jesús respeta
nuestra libertad, su seguimiento es libre, a nadie le fuerza, ni critica, ni
condena por abandonarle. Nos lo pregunta a cada uno de nosotros que decimos que
queremos seguirle: ¿También tú te quieres marchar?
¿Qué respondemos?