LO NUEVO NOS DA MIEDO

Domingo 21 de junio
12 del tiempo ordinario
Marcos 4,35-40


Jesús manda a sus discípulos cambiar de orilla, ir hacia algo nuevo, salir de las tierras y las gentes ya conocidas donde tenían un cierto éxito asegurado.
Y enfrentarse con lo nuevo produce miedo, temor, desconfianza…
Eso le pasa muchas veces a nuestras instituciones eclesiales, que prefieren mantenerse en lo ya conocido, en lo seguro. Eso mata de raíz el impulso misionero de la Iglesia.
Para esa actitud Jesús tendrá una expresión muy dura: es falta de fe. Una oportunidad para evaluar nuestra fe, que no pasa tanto por las creencias, cuanto por la capacidad de adentrarse en lo nuevo.
Es normal que sintieran miedo unos hombres que se vieron en una situación de peligro grave. No se ve por qué se les tenía que reprochar por eso. Lo que allí pasó se comprende cuando se cae en la cuenta de que Jesús asocie el miedo a la falta de fe. Es decir, lo importante aquí está en que, según este relato, para Jesús, la falta de fe no consiste en el error o en la inmoralidad, sino en dejarse en llevar por el miedo hasta el extremo de pensar que por más que estemos embarcados con Jesús, podemos estar metidos en un grave peligro.

El enemigo número uno de la fe en Jesús no es el error, sino el miedo. Porque el miedo paraliza la capacidad de pensar. Y más aún la posibilidad de decir lo que se piensa. El miedo nos condena al silencio estéril. Y además nos pervierte. Porque nos hace fuertes ante los débiles y débiles ante los fuertes. Cuando se llega a semejante vileza, ya no es Jesús quien conduce nuestra vida. En tal situación, nuestra vida es juguete de intereses inconfesables.