Domingo 22 de marzo
1º de Cuarema
Marcos 1,12-15
Iba un día el demonio recorriendo el desierto cuando se encontró con un grupo de diablillos que estaban tentando a un santo ermitaño.
Intentaban seducirlo con las tentaciones de la carne pero no conseguían nada.
Le quisieron llenar la cabeza de dudas y de miedos pero no conseguían nada.
Le rodearon de todo tipo de lujos y comodidades diciéndole que su austeridad era una pérdida de tiempo pero no conseguían nada.
El demonio dijo a aquellos diablillos aficionados, déjenmelo a mí y observen.
Se acercó al santo ermitaño y le dijo al oído: ¿sabes la última noticia? Tu hermano ha sido nombrado Obispo de...
Cuando lo oyó una gran envidia se reflejó en el rostro del santo ermitaño. Y pecó.
¿Con qué tentación cae usted?
Este santo ermitaño, hombre al fin y al cabo, tenía su punto débil. La envidia brilló en sus ojos y su corazón se entristeció. ¿Se creía más digno y mejor que su hermano?
Hoy comenzamos la Cuaresma.
Tiempo de conversión. Tiempo de fortalecer nuestros puntos débiles. Tiempo de examinar nuestra vida. Tiempo de escuchar e imitar a Jesús.
La llamada a la conversión evoca casi siempre en nosotros el recuerdo del esfuerzo exigente y el desgarrón propios de todo trabajo de renovación y purificación. Sin embargo, las palabras de Jesús: “Convertíos y creed en la Buena Noticia”, nos invitan a descubrir la conversión como paso a una vida más plena y gratificante.