CRISTIANO ES EL QUE DA LA MANO

Domingo 8 de febrero
5º del tiempo ordinario
Marcos 1,29-39

Vivimos amontonados, pero unos lejos de otros. La distancia con el otro no la medimos en metros o kilómetros. La distancia con el otro se mide con el corazón.
Estamos tan cerca cuanto nuestro corazón se acerca a los demás, sobre todo a los que sufren.
Jesús se acercó a una suegra con fiebre.

Se acercó a alguien que no se sentía bien.
Se acercó a alguien que sufría.
Acercarnos a los sanos es cosa buena.
Pero acercarnos al que sufre es esencial para el cristiano.
Acercarnos al que vive encerrado en su soledad, porque no tiene a nadie.
Acercarnos al que está enfermo y hasta puede ser contagioso.
Acercarnos al que sufre porque le falta todo.
Acercarnos al que todos dejan solo porque no es importante.
No esperar a que sea él quien se acerque a nosotros, sino que seamos nosotros quienes nos acercamos a él.
No esperar a que sea él quien nos busque, sino que seamos nosotros quienes le buscamos a él.

Las manos no son para llevarlas en el bolsillo. Las manos para tenderse hacia los demás y para tomar la mano de los demás.
Cuando nos saludamos, solemos tomarnos de la mano como señal de amistad.
Tomar de la mano a alguien, ya es acortar las distancias entre los dos.
Tomar de la mano a alguien, es abrir la puerta del corazón e invitar al otro a entrar.
Tomar de la mano a alguien, es decirle tú eres mi amigo.
Tomar de la mano a alguien, es decirle tú eres importante para mí.
Nunca las manos están mejor empleadas que cuando se tienen y abren hacia el otro.
Nunca las manos son más cristianas que cuando cogen la mano del otro, sobre todo del que sufre.
Nunca las manos están tan bien empleadas como cuando cogen la mano del otro.

Otro detalle sencillo, pero importante. Tener siempre las manos libres para tomar las manos del otro y levantarlo.
Tomar de la mano al que ha caído, para que se levante.
Tomar de la mano al pecador, para que se levante de su pecado.
Tomar de la mano al débil, para que pueda ponerse en pie.
Tomar de la mano al que te ha ofendido, para que sienta tu perdón, y se levante.
Tomar de la mano al que te hirió, para expresarle que no estás enojado, y se levante.
Tomar de la mano al que te pide limosna, para que te sienta hermano, y se levante.