TENEMOS QUE ESTAR ATENTOS, JESÚS PUEDE ESTAR A NUESTRO LADO

Domingo 30 de noviembre
1º de Adviento
Marcos 13, 33-37

El tiempo de Adviento que hoy inauguramos es un tiempo rico en matices y en motivaciones que pueden ayudarnos para dar a nuestra vida un nuevo impulso.
Contemplamos la figura de Jesús que viene a enseñarnos cómo debemos vivir, precisamente compartiendo nuestra vida.
Si estamos deseosos de cambiar, si vivimos la esperanza de que nuestro mundo puede y debe ser mejor; si buscamos con ansiedad y alegría metas que nos ayuden a realizarnos plenamente como personas… estamos en sintonía con el Adviento.
No podemos esperar “algo” ajeno a nosotros y venido del exterior, sino a ALGUIEN que está muy dentro de nosotros y al que debemos descubrir. Por eso es importante comenzar este tiempo en una actitud de alerta, como nos indica el texto del evangelio de este domingo: ¡Velad!
Velad, porque hay muchas cosas QUE ADMIRAR. ¡Qué terrible es acostumbrarse!… Vamos por la vida endurecidos, insensibles, apagados, y no escuchamos su hermosa sinfonía. Nos embota la rutina, la opacidad, la dispersión, el hastío de todo. No valoramos el despertar de cada mañana, cargado de promesas. No reconocemos la lluvia de regalos que nos viene cada día.

Debiéramos estallar en una gran risa cada mañana y cada noche. ¡Qué necios e inconscientes somos! Lloramos y nos lamentamos cuando nos visita un pequeño sufrimiento o dolor, y no gozamos y alabamos cada vez que la vida nos baña. Porque un baño de vida repasa todos y cada uno de nuestros miembros, y debiéramos de alegrarnos de estar vivos; respira hondo y agradece el aire que te vivifica; analiza el mundo de tus pensamientos y de tus sentimientos y alaba esas experiencias; mira las personas y los acontecimientos y admíralos; canta franciscanamente todas las cosas hermosas que te rodean.