Jesús
está cansado y sediento, y no puede sacar agua porque el pozo es profundo.
Nuestra fe no se basa en un Jesús mágico, exento de cansancio o de debilidades.
Nunca insistiremos demasiado en que creemos en ese hombre.
Jesús
habla con una mujer, y una mujer samaritana, herética y extranjera, y además de
mala fama. Hasta sus discípulos se extrañan. Pero es que es el médico, viene a
curar, a salvar, tiene que estar con los enfermos.
Preciosa
imagen de Dios. A Jesús le interesa poco el Templo, el culto exterior, incluso
“los justos”; le interesa que la mujer arregle su vida. Jesús sueña con salvar
el mundo entero: pero necesita ayuda.
Esto
define nuestra misión: ¿quieres ayudar a Dios a que sus hijos vivan como hijos?
Sí, lo
de Jesús es diferente.
El agua
viva
Lo que
es el agua para la vida normal, eso es Jesús para la vida humana. Jesús es el
Agua, Jesús es La Palabra, Jesús es el que da el Espíritu. Jesús no es un pozo
a donde se va a beber de vez en cuando, es una fuente de espíritu: el que bebe
de Jesús es fuente. Él mismo siente brotar de dentro de sí el Agua que brota
hasta la Vida eterna, y no tiene más sed de otras aguas, porque Jesús
quita la sed de todas las otras cosas.