Domingo 26 de mayo
6º de Pascua
Juan 14, 23-29
Hay
un cuento que sitúa a Dios jugando al escondite con los hombres que dice así:
Un día Dios quiso venir al mundo. Pero quería pasar desapercibido. Sobre todo
que nadie se enterara y menos los periodistas.
Pero
no sabía cómo hacerlo. ¿Dónde esconderse sin que pudiesen encontrarle?
Preguntó
a los ángeles y éstos le dijeron: “Mira, Señor, vete al profundo del mar que
allí nadie te buscará”. Pero otros dijeron. Es peligroso. Hoy mucha gente anda
buceando.
Preguntó
a los santos y los santos le respondieron: “Mejor te vas a la cima de las
montañas y como están tan altas nadie se enterará. Además desde esas alturas
podrás ver mejor la tierra”. Pero alguien reparó: ¿y si alguien está haciendo
alpinismo? Hoy las montañas están llenas de escaladores. Ya no son seguras.
Entonces
preguntó a un viejo sabio. Y éste le dijo: “Señor, el lugar más seguro para que
nadie te busque allí es que te metas en el corazón de los hombres. Puedes estar
seguro de que te buscarán por todas partes menos ahí”.
La
pena es que, el corazón, tú corazón, mi corazón, puede que sean el lugar menos
visitado por ti y por mí. Tenemos la manía de buscar siempre lejos de nosotros
en vez de buscar dentro de nosotros mismos. En Perú había una propaganda de
turismo que decía: “Conozca el Perú primero”. Creo que habría que poner también
una propaganda en todas las Iglesias y Parroquias que diga: “Conoce a Dios
primero en tu corazón”. “Visita a Dios primero en tu corazón”.