ES MOMENTO DE PONERNOS DESNUDOS ANTE JESÚS

Domingo 9 de abril
Domingo de Ramos
Mateo 27,11-54

La pasión de Cristo no es sólo una página del pasado. Es también una página del presente, en la que seguimos teniendo responsabilidad. La pasión de Cristo no ha terminado. Cristo sigue hoy sufriendo en el hombre hermano, con el que Jesús se ha identificado:
– Hoy sigue Cristo sufriendo la pasión cuando no sabemos acompañar a nuestros hermanos que sufren, que sienten angustia y se sienten solos, como hicieron los discípulos predilectos en el huerto de Getsemaní.
– Hoy sigue Cristo sufriendo la pasión cuando vendemos nuestra vida por treinta monedas de plata; cuando nuestro deseo de medrar nos lleva a hacer negocios no limpios a claudicar de nuestros valores más sagrados: familia, amigos, honradez, sinceridad, cuando vendemos nuestros mejores ideales por causas que no merecen la pena.
– Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando buscamos en la violencia la solución de nuestros problemas, como aquellos que prendieron a Jesús con palos y espadas; cuando dejamos que cualquier tipo de violencia se apodere de nuestro corazón.
– Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando acusamos injustamente a los hombres, como lo hicieron los líderes religiosos de Jerusalén; cuando no respetamos a los hombres y los acusamos sin verdad, cuando descalificamos injustamente.
– Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando le negamos por vergüenza y cobardía, como hizo Pedro; cuando nos dejamos arrastrar por el respeto humano y no confesamos con valentía y sinceridad nuestra fe; cuando no defendemos la justicia por miedo a problemas y dificultades o al que dirán…
– Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando nos lavamos las manos como Pilato; cuando no vivimos comprometidos con la causa de los que sufren, cuando nos encogemos de hombros ante las injusticias, por miedo a las consecuencias.

No acusemos solamente a los judíos: démonos hoy un sentido golpe de pecho, porque todos nosotros seguimos siendo responsables de la pasión de Cristo que aún no ha acabado. No podemos encoger los hombros porque “en este mundo tenemos que vivir”. “Somos nosotros los responsables de este mundo… Soy yo el responsable de este mundo”.