JESÚS ES AGUA. ¿QUIERES MOJARTE?


Domingo 19-3-17
3º de Cuaresma
juan 4,5-15.19b-26.39a.40.42

Jesús, durante su corto ministerio, conversó con gentes sencillas y gentes importantes como Nicodemo y negó la palabra a Herodes.
La conversación más larga y más espiritual la mantuvo con una mujer cuyo nombre desconocemos, la samaritana, la mujer junto al pozo del patriarca Jacob. Conversaron sobre el agua, agua del pozo que no quita la sed y agua viva que sacia la sed.
Carlos Santana, un famoso guitarrista mejicano, en una entrevista reciente hizo esta afirmación: “La espiritualidad es agua pura, la religión es Coca-Cola, un negocio”. Afirmación que nos puede molestar, pero que nos tiene que hacer pensar.
El evangelio de hoy, Jesús conversando con una mujer junto a un pozo, encierra muchas enseñanzas, Yo quiero fijarme en una relevante para nuestro tiempo.
El hombre sentado junto al pozo no es un hombre cualquiera, es Jesús, el hombre libre y liberador, el hombre guiado por el Espíritu, descarado y atrevido, que vino a derribar todas las barreras y vallas que levantamos los seres humanos.
La barrera del género. Habla con una mujer en la calle, cosa prohibida.
La barrera de la religión. Samaritanos y judíos adoraban a dioses distintos, y en lugares distintos, los samaritanos en el templo de Garizin, los judíos en Jerusalén. La religión era la gran barrera que separaba y enemistaba a estos vecinos.
Jesús a las 12, mediodía, ignora esa barrera religiosa y entabla conversación con la mujer que va a sacar agua del pozo.
Como los hombres de hoy critican a los reverendos y a los curas, Jesús criticó despiadadamente a los profesionales de la religión de su tiempo, sacerdotes, escribas y fariseos. “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. No imitéis su conducta, dicen y no hacen, atan cargas pesadas a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quiere moverlas” Su vida pública la vivió enfrentado al aparato religioso d su tiempo y fue la religión oficial judía la que pidió su crucifixión.
Del “dame de beber” de Jesús pasamos al “yo te daré un agua que saciará tu sed para siempre” que le ofrece Jesús.
La samaritana no se hizo judía, no fue a Jerusalén, pero fue conectada con el agua viva del amor de Dios.
Adorar a Dios en espíritu y en verdad. Solo el Espíritu autentifica nuestro culto, nuestra religión. Guiados por el Espíritu conectamos con la fuente de agua viva. Solo el Espíritu puede llenar el cubo vacío de nuestra religión de obras muertas.